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crónica | actos de recuerdo a fernando buesa

Mano izquierda para avanzar

En lugar de una única ofrenda floral en memoria de Fernando Buesa y su escolta Jorge Díez, en el aniversario de su muerte en atentado de ETA, ayer hubo dos. Una en el Parlamento y otra en el lugar en el que un coche-bomba segó sus vidas. Una conjunción de deseos de dar pasos, buena voluntad y mano izquierda permitió la participación de todo el espectro político en el recuerdo.

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Iñaki IRIONDO

Los pasillos del Parlamento tienen en ocasiones mucha más utilidad que los grandes discursos en el pleno. Cada 22 de febrero, desde 2001, suele celebrarse al mediodía un acto de recuerdo a quien fuera dirigente del PSE, vicelehendakari y diputado general de Araba, Fernando Buesa; y a su escolta, el ertzaina Jorge Díez, en el monolito instalado en el lugar en el que los mató ETA.

Habitualmente ha sido un acto con un protagonismo especial del PSE-PSOE. El año pasado, por ejemplo, intervino Alfredo Pérez Rubalcaba. Pero en esta ocasión habían sido las familias de los dos fallecidos las que habían llamado a la ofrenda floral. Se lograba así una mayor pluralidad en la asistencia. De hecho, allí estuvieron el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, y el del PP de la CAV, Antonio Basagoiti, ausentes otros años.

EH Bildu mostró su intención de acudir también a la ofrenda y representantes suyos se pusieron en contacto por distintas vías tanto con las familias como con el PSE. Pese a la buena voluntad de las partes, quedaba el resquicio de que la presencia de miembros de la izquierda abertzale incomodase a algunos de los más cercanos a las víctimas.

El jueves, antes del inicio de la reunión prevista de la Junta de Portavoces, se produjo otro contacto entre representantes del grupo de EH Bildu y del PSE, y desde este partido surgió la posibilidad de organizar una segunda ofrenda floral en el Parlamento, lo que facilitaría la asistencia de todas las sensibilidades políticas. El PNV aceptó la idea y la presidenta de la Cámara, Bakartxo Tejeria, procedió a la convocatoria.

De esta forma, lo que podía haber sido un problema había sido convertida en una oportunidad.

Sin embargo, no todos lo vieron así. Al mediodía del mismo jueves, el parlamentario de UPyD, Gorka Maneiro, hacía pública una nota en la que afirmaba que «es bochornoso que el Parlamento Vasco haya decidido organizar un homenaje propio para blanquear y acomodar a EH Bildu». Poco después, la portavoz del PP, Arantza Quiroga, que no consta que en la Junta donde se tomó la decisión protestara por la misma, también hacia unas declaraciones para decir que «no cuela la actitud que quiere mantener ahora Bildu de borrón y cuenta nueva».

Dos ofrendas florales

Como se había decidido, a las 11.30 de ayer se interrumpió el pleno del Parlamento. Representantes de todos los grupos parlamentarios -salvo UPyD, que decidió no participar- se concentraron en la entrada, y la presidenta depositó un ramo de rosas blancas, con los nombres de Fernando Buesa y Jorge Díez, junto a la escultura «Brújula de medianoche», erigida por Cristina Iglesias en homenaje a las víctimas.

El portavoz del PSE, José Antonio Pastor, colocó otro ramo de rosas rojas. Al acto, además de los parlamentarios, acudieron miembros del Gobierno, el Ararteko y el senador del PP Ramón Rabanera. Tras un minuto de silencio, cerrado con un aplauso, se dio por finalizado el sencillo acto, durante el que buena parte de los objetivos de las cámaras se dirigieron hacia la portavoz de EH Bildu, Laura Mintegi.

Después, muchos de los presentes acudieron al homenaje organizado por las familias. Mientras sonaban los versos de «Ausencia», de Lope de Vega, cantados por Imanol, los asistentes fueron depositando rosas rojas en el monolito de recuerdo. Allí estuvieron parte del EBB y de la dirección del PP, el delegado del Gobierno español, Carlos Urquijo, la directora de DDHH del Gobierno de Lakua, Mónica Hernando, y Pilar Majón, de la Asociación 11M. Hubo también una representación de EH Bildu compuesta por cargos de EA, Aralar y Alternatiba.

No hubo discursos. Solo recuerdos y rosas, como en el acto del Parlamento. Y la sensación final de que con pequeños pasos, como los de ayer y los de Errenteria hace unas semanas, se puede ir avanzando.

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