Mikel INSAUSTI

El Festival de Cannes, dentro de su sección la Semana de la Crítica, ha consagrado la ópera prima que el madrileño Antonio Méndez Esparza ha rodado en México con una temática marcadamente local. No sé si la suya es una mirada de extranjero sobre el problema de la inmigración, pero acaba siendo diferente de todo lo que el cine mexicano ha hecho al respecto. Si su cine se parece al de Carlos Reygadas es por el estilo, pero no por un contenido social que el genio de la narrativa contemplativa nunca trata directamente.

El largo plano secuencia y lo que de contemplativo pueda haber en él, al debutante le sirve para radiografiar una situación extrema desde dentro. Siguiendo los preceptos neorrealistas de Rossellini trabaja con actores y actrices no profesionales que se interpretan a sí mismos, y que están integrados en unas vivencias que les son comunes. De esta forma consigue una cercanía que el cine de denuncia nunca supo manejar, introduciendo al espectador en unos retratos costumbristas tomados del natural, para que sienta como los protagonistas sienten, para que se alegre y sufra con ellos.

«Aquí y allá» desentraña desde el título mismo el viaje de ida y vuelta que supone la inmigración en México. Pedro de los Santos es uno de los que ha regresado al hogar, viendo que las cosas no le iban como esperaba en los Estados Unidos. Pero el panorama en su pueblo de la Sierra de Guerrero no ha mejorado durante su ausencia, por lo que tarde o temprano se impondrá otra vez la necesidad de cruzar la frontera de nuevo. La vuelta supone el reencuentro con los suyos, con la mujer y las hijas que representan los sentimientos ligados a la tierra de origen. Para nuestro hombre es duro volver a empezar de cero en pos de recuperar el cariño perdido, aumentando como consecuencia directa la familia y el ahogo económico con una boca más que alimentar. La falta de asistencia médica terminará por complicarlo todo, sin ver su sueño de formar el grupo musical Copa Kings cumplido.

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