Ya lo aclaró una vez el gran Piru Gainza, que las vacas de Lezama veían entrenar todos los días al equipo y no sabían nada de fútbol. Ayer, Marcelo Bielsa, el loco más cuerdo, preguntó en plena rueda de prensa: «¿Qué oficio tiene Corres?... ¿Economista?», en referencia al vicepresidente del Athletic, quien poco antes en unas obvias pero inoportunas declaraciones a RNE como presidente de la Cámara de Comercio de Bilbao, puso en duda el crédito del argentino en el banquillo rojiblanco. «En esta vida nadie tiene confianza plena, sobre todo si los resultados no acompañan. Marcelo Bielsa no ha sido cuestionado en ningún momento, pero todos tenemos un crédito que se va agotando», fueron las incendiarias palabras del segundo de Josu Urrutia, a dos días del trascendental partido en El Sadar y justo con la continuidad del de Rosario en el foco mediático. La reacción del entrenador no se hizo esperar y tras irónicamente asumir que es «un voto menos cuando haya que votar sobre mi continuidad o no... Mínimo uno menos, porque no sé a quien representa», le recriminó que «no sé si con intención o no y dando por sentado que nada de lo que haga Corres va a mejorar o empeorar nuestras posibilidades el sábado, lo que ha hecho va en sentido contrario de lo necesario porque debilita a quien necesita fortaleza».

Cruce de palabras en el momento más inoportuno de la temporada que llevó al propio presidente Josu Urrutia a terciar horas después, aprovechando el acto de inauguración de la exposición ``San Mamés 1913-2013'', pero lo hizo para reclamar «unidad» y «dejar de lado las opiniones personales, remando todos en la misma dirección». Nada sobre si las palabras de su vicepresidente son, como sugirió el propio Bielsa, «personales o representan a la directiva», a no ser que ese «dejar de lado las opiniones personales» fuese una velada crítica a su vicepresidente. Si José Ángel Corres se metió solito en un jardín, si exteriorizó o no un pensamiento que ha calado en la Junta Directiva o si ha sido un mensaje subliminal a modo de aviso a navegantes para el técnico, se sabrá de aquí a final de la temporada. De momento, otro inexplicable capítulo de una temporada horribilis y todo en puertas de un partido que, en palabras del técnico es «indispensable ganar» porque «las necesidades son urgentes, máximas e indispensables. Póngale el título que prefiera: final o no final».

Las urgencias no le van a hacer variar la forma de afrontar este y los siguientes duelos: «No podemos ser especulativos ni mezquinos; pero no porque esté mal actuar así, sino porque el espíritu del equipo es el contrario. No puedo actuar en contra de lo que pienso».

«El culpable soy yo»

«¿Yo qué tengo que hacer para generar modificaciones, qué dejemos de gobernar, de atacar, de protagonizar, de intentar jugar en campo rival? No puedo tomar esas decisiones, no se trata de cambiar, sino de observar lo que está mal y sustituirlo, pero no modificar lo que está bien», prosiguió, y negó la mayor ante una táctica más defensiva. «Mi lectura, y me da vergüenza decirla, es que defendemos con demasiada gente, siempre hay más jugadores nuestros que del rival, así que no se soluciona poniendo más jugadores», se explicó.

Bielsa sí desveló qué es lo que está fallando: «Cuando los jugadores cometen errores es porque el clima que les rodea les hace perder la buena relación con su autoestima. En lo que he fallado es en que no he rodeado al equipo del clima necesario para que salgan sus cualidades. A mí deberían condenarme por no saber gestionar el clima anímico del equipo».