Los diferentes departamentos estadounidenses preparaban ayer sus planes de austeridad forzada que entrarán en vigor hoy, entre acusaciones mutuas de demócratas y republicanos, que evitaron negociar.

No había ninguna reunión prevista hasta una cita hoy en la Casa Blanca, cuando el Gobierno empiece a enviar ya a cientos de miles de funcionarios los preavisos de paro parcial.

Aun así, los dos partidos pretendieron mostrarse activos antes del fin del plazo para que el recorte se aplique de forma automática y el Senado estadounidense rechazó ayer, como estaba previsto, dos proposiciones de ley, una republicana y una demócrata, para modificar los recortes presupuestarios que deben entrar en vigor hoy.

Los demócratas votaron contra el texto republicano, que mantenía los 85.000 millones de recortes pero daba al presidente poder de repartirlos entre los ministerios a su elección. Tal y como están concebidos, el recorte afecta de forma uniforme a cada capítulo presupuestario. Los republicanos querían salvar así gastos como los de defensa.

Los demócratas quieren que la reducción del déficit recaiga menos sobre los recortes y más sobre el aumento de impuestos, pero su texto tampoco consiguió la mayoría necesaria.

Críticas mutuas

Desde hace varias semanas los secretarios de Estado multiplican sus advertencias sobre las consecuencias de los recortes. «No se puede bajar los gastos de forma tan espectacular durante siete meses sin afectar de manera draconiana a la seguridad nacional y las prioridades económicas», declaró el jueves el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, defendiendo las posiciones de la Administración.

El presidente, Barack Obama, ha reconocido que los recortes tendrán el efecto de una «bola de nieve» sobre todos los sectores de la economía al cabo de semanas. La bajada brutal de los gastos públicos romperá el crecimiento de 2013 alrededor de medio punto, hasta un 1,5% según el Fondo Monetario Internacional.

Pero los republicanos parecían satisfechos, persuadidos de que el cielo no caerá sobre las cabezas de los americanos y que la opinión pública está de su lado. «Contrariamente a las predicciones de oscuridad, de ruina y de apocalipsis nadie puede seriamente afirmar que el 2,4 % de la reducción de un presupuesto de 3,6 billones de dólares nos llevará a la devastación y al fin de la civilización occidental», declaró el senador republicano John Cornyn. De hecho, grandes partes del presupuesto están exentas.

¿Cuánto más quieren robarnos?

Algunos demócratas han recordado que los programas sociales para los más vulnerables estarían exentos, y, por el contrario, estarían felices de los recortes sufridos por el Pentágono.

El portavoz del Pentágono, George Little, confirmó el jueves que «todo no pasará el primer día», pero la anulación del desplazamiento de un segundo portaaviones al Golfo ya ha provocado la cólera de los republicanos, que acusan a Obama de jugar con la seguridad nacional por razones políticas.

La subida de impuestos ha sido rechazada de forma inflexible por los republicanos. «El presidente ya ha tenido sus subidas. ¿Cuánto dinero más quiere robarnos a los americanos para financiar más al Estado? Yo digo cero», afirmó el republicano John Boehner, presidente de la Cámara de representantes.