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Mikel Jauregi | Periodista

De contextos

Contexto: 12 de octubre de 2009. Día de la Hispanidad, de la Raza. Desfile militar en Madrid. Bronca a Zapatero y su Ejecutivo. Cuatro días más tarde, Cristina Cifuentes, actual delegada del Gobierno en Madrid, escribía esto en su blog:

«Llevo unos días queriendo escribir sobre lo que ocurrió el lunes pasado durante el desfile de las Fuerzas Armadas celebrado con ocasión del día de la Fiesta Nacional (...) Se pudo escuchar a un numeroso grupo de ciudadanos que increpaban al presidente del Gobierno y a algunos ministros socialistas, mientras pedían su dimisión (...). En un país democrático, cualquier expresión de protesta ciudadana es siempre legítima. El pueblo tiene todo el derecho a salir a la calle y manifestar libremente su indignación ante las actuaciones de sus gobernantes, sean del color político que sean. No dejo de preguntarme qué es lo que ocurre en este país para que hayamos llegado a una situación en la que una cosa es buena o mala según quién la haga o a quién vaya dirigida. Me gustaría que alguien me dijera por qué razón cuando los abucheos van dirigidos al Sr. Rodríguez Zapatero o a cualquier dirigente socialista, se dice que proceden de sectores reaccionarios de la ultraderecha y, sin embargo, cuando los exabruptos van destinados a algún dirigente del PP, constituyen muestras legítimas de indignación ciudadana. ¿Es que acaso existen dos clases diferentes de abucheos? Los abucheos de izquierdas y de derechas; los abucheos buenos y los malos».

Contexto: Tres años y medio después, miembros de la PAH colocan pegatinas y carteles en el portal de un dirigente del PP en protesta por los desahucios. La misma Cifuentes ya no considera tan legítimas las expresiones de cabreo y se descuelga intentando criminalizar a la plataforma por su «estrategia política radical», vinculándola con «grupos filoetarras». Ecos del «todo es ETA», que aún sigue entre nosotros.

Contexto: Pongamos que abril de 2001, en cualquier localidad vasca. Dos jóvenes colocan unos carteles en los que se denuncia la actitud política de un partido. Una patrulla policial los ve. ¿Adivinan cómo sigue? Pues eso, que a uno le dan ganas de mandar a esparraguear a Cifuentes y los suyos, y también a quienes ahora despotrican contra el «todo es ETA» pero hace 12 años lo daban por bueno o miraban a otro lado.

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