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FINAL DE LA EUROCUP

El color negro tal vez denote tristeza, pero también animación sin descanso

rimero fueron las calles céntricas de Bruselas. Después la «Fan Zone» de Bilbao Basket y más tarde el graderío del Spiroudome. La hinchada bilbaina copó los puntos de interés del estado belga, pero no las portadas victoriosas. Ganó en deportividad, pero en nada más.

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¿Quién dijo que el negro era un color triste? Desde luego que la hinchada de Uxue Bilbao Basket lució sus oscuros colores hasta darles brillo al tímido y racheado sol de Bruselas e incluso bajo la lluvia de un Charleroi que hizo recordar a más de uno la margen izquierda del Ibaizabal hace unos años.

Más de uno contó las horas y hasta los minutos que faltaban para la finalísima, aunque no perdieron el tiempo durante un sábado que acabaría siendo casi interminable. Mientras buena parte del contingente de seguidores tomaba contacto con Charleroi en sus viajes en autobús o en coche particular, los más madrugadores se afanaron en tomar casi al asalto el centro neurálgico de Bruselas, desde la Grand Place al celebérrimo Manneken Pis vestido de payaso para esta ocasión. Hubo quien regresó a su infancia dándose una vuelta por el Smurfy Museum, entre pitufos, Lucky Luke, Tintín y demás personajes. No solo era matar el rato, sino pasar una mañana agradable y distraída en la capital belga.

Pero había que ir a Charleroi, por mucho que no sea la ciudad más bella de Europa. La Fan Zone de Bilbao Basket, previa una interesante caminata por los arrabales del Spiroudome, esperaba a los seguidores de los hombres de negro, que acabaron por reconocerse, por sacarse fotos con los representantes institucionales de Bilbao Basket y convertir los prolegómenos de la final de la Eurocup en una Ibilaldia improvisada.

Bufandas al aire

Conforme se arrimaban las 21.00, volvían las mariposas al estómago y la ansiedad. Había que ir al Spiroudome, después de «guerrear» a base de ánimos con un Lokomotiv Kuban representado por demasiada poca gente. Una pena que no hubiera rival en ese aspecto.

Una pena, pero que quedaba suplida en la presentación. El speaker llevó a cabo su trabajo de manera formal, pero los más de dos mil aficionados la convirtieron en una versión de Miribilla a la walona. Hasta en la hoja de estadísticas de la Eurocup Bilbao Basket jugaba de local. No se podía fallar de ninguna manera. Era el día.

Pero no lo fue. Los jugadores no estuvieron a su nivel pese a que los aficionados sí lo estuvieron. Hasta cuando entre Rakovic y Vasileiadis se empezó a rozar la remontada, incluso hasta entonces se mantuvieron las voces de aliento. Una afición es grande no porque celebre las derrotas, sino porque las acepta y sigue con los suyos. Ojalá nunca se les olvide. Ni en las victorias.

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