Giro de Italia
Battaglin hace feliz al Bardiani
El modesto equipo italiano salvó el año en una etapa en la que Wiggins perdió 17 segundos e Intxausti se situó tercero en la general.
Joseba ITURRIA
Un destello de la calidad de Enrico Battaglin le valió para imponerse en el sprint de la cuarta etapa del Giro con final en Serra San Bruno a otra de las promesas italianas, Fabio Felline, y dio al Bardiani-CSF una victoria que por sí sola justifica la inversión del modesto equipo continental profesional italiano.
Battaglin, que no tiene relación de parentesco con Giovanni -ganador del Giro y de la Vuelta de 1981- a pesar de ser los dos del mismo pueblo de Marostica, logró a sus 23 años su segunda victoria profesional tras la lograda en su tercer día en la máxima categoría en 2011 en la Copa Agostini. Desde ese día se le auguraba un gran futuro, pero hasta ayer no pudo volver a levantar los brazos.
Lo hizo en el escenario ideal, en el Giro, después de una etapa similar a la del día anterior en la que solo 34 corredores llegaron en el primer grupo. Entre ellos no estaba Bradley Wiggins, que perdió 17 segundos al quedar cortado tras registrarse una caída en el tramo final de la etapa.
Esta circunstancia permitió a Beñat Intxausti, séptimo en la etapa, colocarse tercero en la general. Samuel Sánchez y Jorge Azanza fueron los dos corredores del Euskaltel que llegaron en el primer grupo, aunque el asturiano no asumió riesgos esta vez y no disputó el sprint.
Protagonismo del Euskaltel
Euskaltel fue además protagonista en una larga etapa de 246 kilómetros disputada sin Sandy Casar, que no pudo salir por la fractura de escafoides sufrida en su caída de la víspera. El equipo naranja metió en la fuga formada en el kilómetro 8 a dos corredores, Miguel Mínguez y el griego Tamouridis, junto a Le Bon y Roux (FDJ), Berard (Ag2r), Ligthart (Vacansoleil) y Sella (Androni), que amenazaba el liderato de Paolini al estar a 2:39 en la general. Por eso el Katusha no consintió que la escapada cogiera excesivo tiempo. Cuando alcanzó una renta superior a los ocho minutos se puso a tirar en bloque en cabeza del pelotón y consiguió que la diferencia se redujera a la mitad en solo quince kilómetros.
Por ello Miguel Mínguez intentó dejar a Sella para ver si cambiaba la actitud del pelotón y se marchó primero con Le Bon y Ligthart y luego en solitario y eso permitió que Katusha dejara de tirar fuerte. Pero otros equipos como el Cannondale y, sobre todo, el Vini Fantini aceleraron la marcha para que el corredor de Errekalde fuera atrapado a 42 kilómetros de la meta tras casi 200 de escapada.
Después se sucedieron los intentos de fuga hasta que llegó el más serio protagonizado en el último puerto de Croce Ferrata (2ª), que se coronaba a siete kilómetros de meta por Di Luca y Chalapud, que coronaron con 11 segundos. Se lanzaron en el descenso en una tentativa que murió en el último kilómetro, cuando se lanzó un sprint en el que la juventud y la velocidad de Battaglin se impuso a sus compatriotas Felline y Visconti, que mantuvo el liderato de la clasificación de la montaña.
Oportunidad para los sprinters
La quinta etapa de 199 kilómetros entre Cosenza y Matera no presenta dificultades importante y está llamada a decidirse al sprint porque equipos como el Omega de Cavendish, el Orica de Goss y el Cannondale de Viviani no pueden dejar desaprovechar las pocas oportunidades que se les pueden presentar a los sprinters en las dos primeras semanas de la carrera. Por ello es muy improbable que permitan llegar hoy a una escapada.
Miguel Mínguez señaló que «sabíamos que era muy difícil llegar, pero desde el equipo nos han pedido estar atentos a las fugas y ahí hemos estado. Algún día la escapada llegará y, si no estamos, sí será imposible tener opciones de ganar. La presencia de Sella complicaba mucho el poder avanzar, al estar tan cerca en la general era lógico que no nos dejasen mucho margen. Hemos llegado a tener ocho minutos, pero enseguida nos han marcado el límite. He probado a tirar en solitario a ver si por detrás paraban y me dejaban un poco de margen, pero ha sido imposible». GARA