diagonal | Pau Llonch 2013/6/17
¿Quién nos quiere premiar?
El Parlamento Europeo nos ha otorgado el premio Ciudadano Europeo 2013 a todas las PAH «por luchar por los valores europeos y (...) tratar de promover los valores de la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE». Fantástico. La ficción jurídica estructural que asocia derechos de ciudadanía con capitalismo llega a su punto álgido de cinismo.
(...) Hoy, la respuesta airada del fundamentalismo del PP a este premio nos puede llevar a cerrar filas acerca de la necesidad de reivindicarlo. Y a no denunciar lo que es una hipocresía insultante. A caer en el error de situar el problema de la crisis de la vivienda en una simple mala gestión de una clase política corrupta sumada a la hipertrofia de una economía financiarizada que ha de volver a su «camino productivo de rostro humano». A no ver los fundamentos estructurales de toda crisis capitalista como un mal sistémico inherente al propio modo de producción y acumulación y a su carácter contradictorio, que deriva irremediablemente en sobreacumulación y subconsumo. En ver sólo una ley hipotecaria injusta y cuatro o cinco «causas» contingentes más. (...) Y, sobre todo, a no ver que las consecuencias sociales dramáticas que estamos sufriendo (y no sólo en vivienda, aunque también y especialmente) tienen su origen en el proyecto y consolidación de una Unión Europea al servicio de los poderosos. (...)
Porque, al fin y al cabo, sabemos quién nos premia: Nos premia la UE que ha creado un fondo de ayuda de 750.000 millones de euros (Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), para detener con dinero público la quiebra de los bancos de los países centrales de la Unión, que son los acreedores de los países periféricos, pese a que se quiera presentar como un rescate de la banca periférica. (...)
Nos premia la UE que, «a cambio» de estos fondos (como si nos beneficiasen en algo...) nos obliga a entrar en una espiral de recortes sin fin (...).
En definitiva, nos premia la UE que desde su fundación, y tal como han demostrado rigurosamente cientos de economistas críticos, ha respondido a los intereses del gran capital transnacional. (...)
La oportunidad histórica es la de vincular la lucha por la vivienda con el ejemplo virtuoso de la PAH con otras luchas, no para configurar una realidad política y social fragmentada -cerrándose cada lucha en ella misma-, sino para seguir avanzando en la construcción de un movimiento más amplio que sea capaz de plantear alternativas globales y que pierda el miedo a la organicidad y a un relato común alternativo al capitalismo. (...)