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Raimundo Fitero

Error

 


El día que Cristóbal Montoro sea un ex-ministro, la vida televisiva en el terreno de la crónica política de alcance va a ser menos esperpéntica. Amortizado José Ignacio Wert, al que le abuchean hasta en el Teatro Real, nos queda Montoro para descojonarnos de miedo. O de su risa floja. Se ríe de él hasta la superministra Soraya Sáenz de Santamaría en una comparecencia conjunta para contarnos mentiras sobre el ahorro de miles de millones de euros reduciendo las administraciones públicas. Claro. Si se disolviera el Estado español se ahorrarían muchísimos miles de millones y se acabarían todas las duplicidades.

El espectáculo dado por el ministro con su lenguaje incalificable es un hito del desgobierno. Lo vemos en todos los noticiarios. Las intervenciones de este ministro de Hacienda trascienden a cualquier tratado de urbanidad, parlamentarismo o maneras básicas de transmisión de información institucional para entrar en otra dimensión comunicativa. La del chascarrillo convertido en arma de disuasión masiva. Sus risitas refiriéndose al retraso en pagar de las propias administraciones es uno de esos monólogos cutres que pasan a la hemeroteca de la idiotez.

Un paréntesis. En RTVE se están produciendo movimientos de responsables de área. Se intercambian sillones, pero la alarma por la bajada de audiencias en su radio y su televisión de partido les lleva tomar estas medidas a menos de un año de los nombramientos. Se recuerda que Wert estaba destinado a ser el director general del ente público, pero tres renuncias previas lo colocaron como ministro. Hubiera acaparado igualmente titulares de prensa, abucheos, huelgas y despechos, pero tendríamos material para la diversión de baja estofa.

Pues Montoro pronunció cuarenta veces la palabra error al referirse al asunto de la agente OOOOOO14Z con licencia para trincar, evadir, camuflar impuestos. Vale, es un error, pero ¿de quién? ¿Cómo se produjo el error y por qué no se detectó? El error, convertido en excusa. El error como justificación de la opacidad en todo lo que rodea a la familia política de Iñaki Urdangarin. Los errores siempre favorecen a los mismos. Como en el fútbol. Es un decir.

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