Pocos enemigos hay peores que el exceso de confianza, pero no parece que el Eibar incurra en pecado alguno por empezar a creérselo. Su afición, desde luego, se ve ya en la categoría de plata tras la espectacular victoria con la que se cerró la temporada en Ipurua, que vibró como nunca en mucho tiempo. Y es que al equipo azulgrana le separan solo noventa minutos del ansiado regreso a Segunda A y serán durísimos, sí, pero ya no lo parecen tanto.

Nunca en estos cuatro intentos de ascenso consecutivos se había visto la escuadra armera tan cerca de su objetivo. Y no solo porque alcanza el segundo partido de la eliminatoria definitiva con ventaja considerable en el marcador, sino por la imagen que ha venido ofreciendo a lo largo de los diez meses de competición, que no ha hecho sino mejorar en los cinco encuentros de play-off que ha disputado. Mal harían, y difícilmente lo harán, los hombres de Gaizka Garitano en confiarse en exceso, pero no hay duda de que pueden empezar a creérselo sin asomo de temor.

Y es que el domingo saltarán al césped artificial de la Feixa Llarga con una ventaja tranquilizadora y con la certeza de que son, o pueden ser, superiores al Hospitalet. Lo fueron ayer, cuando además tuvieron la fortuna de acertar, y por partida doble, a las primeras de cambio.

Pero no fue una cuestión exclusiva de suerte. El Eibar marcó porque lo buscó y después fue capaz de seguir remando para ampliar su ventaja y mantener, además, la ropa a buen recaudo. Que no es cualquier cosa cuando enfrente se encuentra un equipo como el catalán, que había anotado nada menos que 70 goles en los 46 encuentros disputados hasta llegar a Ipurua. Pero ayer no solo no pudo marcar -algo que apenas le había sucedido en cuatro desplazamientos a lo largo de la temporada, incluyendo la visita al Caudal de la eliminatoria anterior-, sino que apenas generó ocasiones de peligro. Algo que dice mucho de la predisposición al trabajo, que hizo falta pese a lo que pudiera parecer, y la personalidad de un equipo cómodo en su superioridad.

El Eibar quiso evitarse sufrimientos y en solo siete minutos había encarrilado partido y eliminatoria. Guille Roldán abrió el marcador anotando su tercer gol en esta fase de ascenso al pescar un balón suelto en el área. De inmediato le imitó David Mainz, al culminar una buena acción de Arruabarrena y el propio Guille Roldán.

Después tocó gestionar la ventaja. Y el Eibar lo hizo a la perfección ante un rival muy nervioso en defensa y romo en ataque, que solo en los primeros minutos de la reanudación pareció capaz de reaccionar. No le dejaron los azulgranas, siempre seguros en labores de contención y que todavía se reservaron un cartucho, en las botas de Diego Jiménez, para convencer a Ipurua de que su próximo partido será en Segunda A.