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DESPEDIDA DE MARCELO BIELSA

El legado del Loco

El ya exentrenador del Athletic Marcelo Bielsa se despidió de la afición rojiblanca la noche del domingo, a través de un comunicado colgado en Facebook, el mismo día en que el club daba las gracias a Fernando Llorente y Fernando Amorebieta por su compromiso.

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Joseba VIVANCO

El mismo día, osea, anteayer, en que el Athletic Club agradecía en su página web la «dedicación y entrega en defensa de los colores del club» de los dos `Fernandos' -a los que el mismo día, osea, anteayer, José Luis Artetxe en ``Deia'' tildaba de peseteros y de querer «chuparle la sangre a una institución que ya les abonaba suculentas fichas»-, pues ese día, Marcelo Bielsa se despedía próxima la media noche a través de un escueto agradecimiento vía Facebook, dirigido no a la Directiva que le contrató para ganar unas elecciones, no a los jugadores a los que hizo mejores y más ricos, sino «a la hinchada del Athletic».

Cuando el Loco se despidió de la selección argentina en 2004, se limitó a confesar: «Me quedé sin energía. Cuando eso pasa, no es decente insistir. El desgano presagia tempestades si uno no lo resuelve». Cuando hizo lo propio con la selección chilena en 2010, su adiós fue: «Hay cosas que no puedo expresar. No quiero ser breve para no expresar de forma corta mi agradecimiento. Simplemente, gracias». Su agur al Athletic lo ha resuelto en unas treinta líneas, repletas de sentimiento y exentas de cualquier reproche si nos hacemos los inocentes cuando desliza que «quiero recordar con cariño a los niños de Bizkaia, porque con su ingenuidad transmiten de forma natural lo que significa el sentimiento por el Athletic y garantizan que el vínculo seguirá siendo masivo, duradero e indestructible». ¿Una sibilina andanada a una Directiva que ha hecho del `sentimiento Athletic' su estandarte?

Cumplido su contrato hasta el 30 de junio, el `empleado' Marcelo Bielsa escribe su último capítulo en el Athletic, sin resquemores, sin polémicas, simplemente se despide y a la vez da las gracias:

«Después de dos años, es el momento de despedirme y expresar mi agradecimiento por todo lo que he recibido durante este periodo en Bilbao. Me siento orgulloso de haber pertenecido al Athletic y honrado por obtener en su día la oportunidad de dirigir al primer equipo. El fútbol, que tantas veces tiene un lado mágico, me premió con la posibilidad de vivir dos campañas inolvidables, que en mi caso han significado una formidable experiencia humana y profesional.

Esta intensa etapa ha trascendido lo futbolístico. Aprendí que Bizkaia se expresa a través del Athletic. La afición se emociona con el fútbol de una manera singular. Creo que he comprendido los sentimientos, valores y principios que sostienen al Athletic.

He recibido mensajes en las últimas semanas. En estas circunstancias, quiero agradecer a todas las personas que me enviaron obsequios y cartas de despedida. No encuentro la forma de devolver ese afecto.

Finalmente quiero recordar con cariño a los niños de Bizkaia, porque con su ingenuidad transmiten de forma natural lo que significa el sentimiento por el Athletic y garantizan que el vínculo seguirá siendo masivo, duradero e indestructible. Le deseo suerte al equipo y los mayores éxitos en el recorrido que viene».

Como escribió el periodista Fermín de la Calle casi el mismo día que Bielsa pisó Lezama, previendo el irremediable día de su despedida, «recogerá su honestidad, sus bolígrafos de colores y se irá sin hacer ruido». Y así ha sido. Bielsa es ya historia en el Athletic. Lo mismo que aquellas dos finales perdidas en Bucarest y Madrid, lo mismo que el juego que imprimió a este Athletic en un tiempo récord, lo mismo que sus irrepetibles ruedas de prensa o que su personalidad arrolladora.

La cuestión será saber si, como reflexionaba hace poco el periodista argentino Diego Huerta sobre el legado de un bielsista como Tata Martino en el campeonísimo Newell's, Bielsa habrá calado en el Athletic. «La diferencia entre una revolución y una revuelta pasa por el mediano plazo. Mientras que la primera logra modificaciones sustanciales que se mantienen en el tiempo, la segunda luego de su fuego inicial termina por consumirse». Lo dicho, ¿lo de Bielsa en Bilbo habrá sido una revolución o una simple revuelta? Indudablemente, no parece que los responsables actuales del club estén por la labor de perpetuar la herencia del de Rosario. Respecto al fútbol que siga practicando el equipo, inevitablemente Ernesto Valverde dejará su impronta y sobre los jugadores, qué decir de ellos. Como dijera sobre el Loco Sebastián `el Gallego' Méndez, gran defensor argentino y hoy técnico, «como jugador son de esos entrenadores que uno no los quiere tener. Pero no por nada malo sino porque se sabe que hay que parirla a la hora de trabajar».

Más difícil será que «la hinchada» le olvide, que olvide el deseo de ver a un Athletic protagonista sobre el césped, pero igualmente reclamará una entrega máxima de los suyos porque sabe que si quieren pueden, que no se limiten a mirarse al ombligo porque son el Athletic y sus limitaciones filosóficas, y sí a creer y crecer como club que quiere estar siempre en Europa más allá de una mera declaración de intenciones, les exigirá como nunca les ha exigido, les verá no tanto como ídolos con los que llorar sus derrotas sino como «millonarios prematuros» en un mundo cambiante y mezquino, incluso en el fútbol, incluso en el Athletic.

Como todos los genios, Marcelo Bielsa tendrá su cara más oscura, la menos amable. Seguramente esa que la Directiva esgrime no querer hurgar al justificar su no renovación. Seguramente a Bielsa, dicho alto y claro, le aguantarán en su casa. Será de esos para darles de comer a parte. Seguramente esté condenado a salir de cada sitio donde entrene con «sus bolígrafos de colores y sin hacer ruido». Pero como él mismo dijera cuando se despidió de Chile, «el único fracaso irrecuperable es retirarse sin dejar aunque sea un mínimo recuerdo». Y aquí lo deja y profundo. Para muchos ya nada será igual. Mirarán al Athletic y a quienes están en él con otros ojos. Y si hacemos caso a esas palabras suyas, no hay duda de que aquí, en Bilbo, en Bizkaia, en el Athletic, Marcelo no ha fracasado.

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