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Las nuevas tribus nómadas del asfalto

A pesar de que muchos señalen a la crisis como la principal causante del gran auge que está viviendo el modelo furgonetero o autocaravanista, resulta incuestionable que este estilo de viaje conlleva una filosofía muy particular y que seduce de manera adictiva a quien decide dejarse llevar por la ruta del asfalto.

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Son multitud las estrofas de canciones que describen el encanto poético que transmite la carretera. Una prolongación, en clave de asfalto, de lo que pudo sentir Ulises durante su accidentado periplo de ida y vuelta a su siempre añorada Ítaca. En torno a estas rutas siempre cambiantes que topamos a ambos lados de la carretera, también son multitud quienes han visto en este entramado de bifurcaciones, peajes, rotondas y señales dispares una vía de escape que posibilita la desconexión completa de nuestra rutina cotidiana. De esta manera, el volante se transforma en una llave que nos permite adentrarnos en un espacio temporal cuya escenografía es dictada por el capricho del conductor. Buen ejemplo de ello es lo sentido y representado por el furgonetero o el autocaravanista, quintaesencia del nómada urbanita que ha encontrado en su vehículo la posibilidad de buscar nuevas sensaciones alejadas del caos y el frenesí que cohabitan en las grandes urbes.

Un breve vistazo a la fisonomía de nuestros andenes nos permite descubrir descampados o rincones más o menos ocultos en los que estas nuevas tribus nómadas han instalado sus vehículos-habitáculos siguiendo aquella máxima que inspiró a generaciones de poetas y cantantes que supieron encontrar la poética y posibilidad del antiestético asfalto que surca nuestros paisajes. «Libertad» esa es la palabra que encontramos por respuesta unánime cuando preguntamos a estos modernos nómadas de la carretera qué supone para ellos este modelo de viaje. «Libertad de movimiento, libertad de sentir y libertad física» amplía su respuesta Mikel, un furgonetero que se despereza en la mañana nebulosa de un domingo cualquiera en el monte Igeldo de Donostia, mientras contempla el hermoso paisaje de la bahía que se abre ante sus ojos. A su lado, su compañero de ruta calienta el desayuno en un camping-gas y subraya lo dicho por el otro con una sonrisa cómplice. Ambos son de Iruñea, al igual que un tercero que aparcó su furgoneta a escasos metros de distancia. «Llevo viajando en furgo más de diez años -señala Mikel- y durante todo este tiempo he hecho muchas y grandes amistades. En torno a este modo de viaje surge una complicidad especial que no encuentras en los grandes hoteles o apartamentos de veraneo que pueblan las costas».

Si nos atenemos a lo que señala uno de los múltiples blogs dedicados al «furgoneteo» (http://furgoneteandoporahi.wordpress.com), topamos con una descripción que se amolda a la perfección con lo que percibimos en estos improvisados campamentos de nómadas sobre ruedas: «Viajar en furgoneta es pasar de ser turista a ser viajero, es moverse en libertad, improvisar, vivir al día y tener la posibilidad de cambiar el camino si algo no nos gusta. La cultura del vehículo-vivienda sigue tan viva en pleno siglo XXI como en los años 60. La volkswagen Transporter, comúnmente conocida como Camper, es una furgoneta que destaca por su simbolismo, representa una filosofía y unos ideales. En los años 70 era sinónimo de libertad y cultura hippie, hoy se ha convertido en una forma alternativa de viajar, para muchos incluso en un modo de vida».

Pero, inevitablemente y si aludimos a algo relacionado con la libertad, siempre topamos con trabas o impedimentos. De ello nos da cuenta Txema, de Legazpi, quien ha aparcado su autocaravana en el espacio que el ayuntamiento de Zumaia ha acondicionado para uso de furgoneteros y autocaravanistas. «Ni se te ocurra ir en verano con la autocaravana por el Mediterráneo, es una auténtica locura. En buena parte de esta costa se nos ha vedado la entrada. Quizás las furgonetas lo tienen más fácil porque se pueden camuflar mejor». A pesar de que lo dice con una sonrisa, su gesto denota cierto enfado. «He visto multitud de lugares -señala- en los que se han sacado de la manga una señal inexistente que nos prohíbe el estacionamiento. Es algo ridículo, porque no se dan cuenta de la fuente de ingresos que puede generar un buen puñado de nosotros en su pueblo». Txema señala un pequeño cartel que engalana su parabrisas: «Autocaravana estacionada: ocupa la misma superficie que lo haría circulando y permanece sobre las ruedas con las que circula habitualmente». Esta peculiar nota está avalada por un decreto judicial aprobado por la DGT que debería evitar la multitud de problemas que genera a los propietarios de estos vehículos estacionar allá donde les place y sin causar molestias.

«En Asturias, por ejemplo -dice Txema-, era imposible estacionar este tipo de vehículos. Muchos ayuntamientos hicieron caso de los propietarios de los camping, los cuales nunca han visto con buenos ojos este tipo de turismo y estos llamaban a la Guardia Civil, que se presentaban a las tantas de la madrugada para decirte que movieras el vehículo. Una y otra vez les recordábamos que no hay una ley que prohíba esto y ellos nos respondían que nosotros teníamos toda la razón. Finalmente, los ayuntamientos que no permitían el estacionamiento de autocaravanas y furgonetas comprobaron que en la localidad vecina, allí donde era posible aparcar, el rédito económico subía muchos enteros».

Con las primeras horas de la mañana, este singular microcosmos se despereza. De entre la urbe sobre ruedas se asoman los niños, que comienzan a jugar en las campas vecinas. Los padres afirman que este modelo de viaje permite el disfrute pleno de una chavalería que abandona el interior para disfrutar con el mar y en plena libertad, lejos de las grandes masas de turistas. Si nos adentramos en la particular filosofía de este modus vacacional, toparemos que, a pesar de sus similitudes, autocaravanistas y furgoneteros comparten muchas diferencias. Es lo que suele ocurrir cuando cada modelo adquiere una diferenciación propia. Nekane, una furgonetera de Getxo que decidió pasar la noche en Zumaia, nos revela que «hace cuatro años, por ejemplo, en Hondarribia podías encontrar aparcadas a cuatro furgonetas y autocaravanas y hoy en día la cifra ha aumentado a cuatrocientas. Cada día son más las personas que han sido seducidas por esta filosofía. Es como una adicción: en cuanto entras en este juego, ya no puedes parar» Para confirmarlo, nada mejor que dar un paseo virtual por una de las páginas referenciales en esta materia: http://www.furgovw.org/ . En sus apartados se atisba una filosofía en la que prevalece la comunión con un modelo de viaje y de vida en el que se citan usuarios deseosos de compartir todo tipo de experiencias y su sabiduría a la hora de aportar soluciones para los fallos mecánicos de nuestras furgonetas.

 

Siete puntos a tener muy en cuenta antes de iniciar el viaje

Para quien desee probar este modelo de viaje o evasión, ha de tener en cuenta siete puntos que comparten la mayoría de los furgoneteros y que nos revelan desde el blog «Furgoneteando por ahí»:

1.- Compra un mapa del destino que hayas elegido y marca los sitios imprescindibles que quieras ver. Para el resto, deja que fluya la improvisación.

2.- Haz una maleta minimalista, cuando viajas, menos es más. Al final siempre acabas llevando los mismos pantalones. Incluye el jabón en tu lista, la ropa interior puedes lavarla en cualquier sitio.

3.- Sal con un presupuesto cerrado y lleva una tarjeta de crédito por si acaso. En el Estado francés, por ejemplo, la mayoría de gasolineras solo admiten tarjeta.

4.- Compra según vayas a consumir y cocina tu propia comida. Evita los restaurantes, la conserva es un buen aliado de los que furgoneteamos.

5.- Descansa antes de conducir y para cada dos horas, es fundamental.

6.- Practica la conducción lenta y viaja por carreteras secundarias siempre que sea posible. Reducirás el consumo de combustible y ahorrarás en carburante. Disfrutarás más del paisaje.

7.- Disfruta de cada día, aprovecha el tiempo y abre tu mente a otras realidades.    K.L.

EN CASA

«Viajar en furgoneta es como una adicción. Empiezas y ya no paras. Ya no ves la furgoneta como un vehículo, sino como tú propia casa»

AUTOCARAVANAS

«En muchas localidades colocan topes de altura para que nuestras autocaravanas no puedan pasar y estacionar. Al menos, los furgoneteros tienen más suerte en ese sentido»

FACILIDADES

«Euskal Herria es un buen lugar para este modelo de viaje. Hay muchos lugares en los que los ayuntamientos, además de permitir el estacionamiento gratuito, han incluido tomas de agua»

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