El Gobierno egipto impuesto por el golpe de Estado dio por finalizadas las gestiones diplomáticas que Estados Unidos, la Unión Europea o la Unión Africana han llevado a cabo en los últimos días y exigió a los seguidores del derrocado presidente Mohamed Morsi que disuelvan rápidamente las concentraciones que mantienen en El Cairo en defensa de su legitimidad.

El primer ministro, Hazem Beblawi, aseguró que la Policía no ha intervenido hasta ahora «por respeto al mes sagrado del Ramadán», que concluyó ayer, pero que hace una semana tiene luz verde para intervenir. Además, las gestiones diplomáticas de varios países han contenido la acción contra los Hermanos Musulmanes, que exigen la restitución de Morsi.

Pero ahora, finalizado el Ramadán y sin la presión diplomática, se teme un nuevo baño de sangre. Las celebraciones de Al Aid Fitr, hasta el domingo, marcan el final del mes sagrado para el islam. Beblawi anunció que su gobierno «no rectificará» la decisión de dispersar a los miles de seguidores de Morsi, que hace un mes resisten tras las barricadas en las plazas de Rabaa al Adawiya y Nahda, en la capital. El presidente interino, Adli Mansur, aseguró que han dado tiempo suficiente para que «cesara la violencia», y adelantó que las autoridades tomarán «pasos calculados que no serán condescendientes».

Acusó a la Hermandad de «ser los responsables del fracaso de los esfuerzos internacionales» pero también «de las consecuencias de las violaciones de la ley y de poner en peligro la seguridad pública».

La portavoz del Departamento de Estado de EEUU, Jen Psaki, opinó que aún queda tiempo para el diálogo a fin de acabar con la crisis política, aunque advirtió de que requerirá «compromisos».