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Lecturas contra la impunidad que da el olvido
Jann-Marc Rouillan y Miguel Sánchez-Ostiz han presentado este año sendos libros en los que subrayan la necesidad de recuperar el pasado, la historia verdadera, para transformar el presente, para acabar con la impunidad de décadas de olvido y mentiras.
Texto: Alvaro HILARIO
Fotografías: Argazki Press
Dos años más tarde, llega la 'democracia', como les gusta llamarla. El Rey y la Constitución son aceptados por el conjunto de la clase política, una verdadera renuncia en un falso golpe de estado. Una verdadera transición pacífica, como la había previsto el búnker franquista y la burguesía española. 'Atado y bien atado', había dicho el Caudillo.
No hubo ningún torturador, ningún asesino, ningún responsable de la dictadura que fuera juzgado o que tuviera problemas, todo lo contrario: todos continuaron su carrera bajo el nuevo régimen. Algunos permanecieron en la cumbre del estado, otros en la magistratura, en la policía, etcétera».
Aunque la cita está tomada de «De memoria (II)» (Virus, 2011), uno de los tres libros (solo los dos primeros están traducidos al castellano) que Jann-Marc Rouillan, exmilitante del Movimiento de Liberación Ibérico de Liberación (MIL) y Action Directe (AD), ha escrito dando cuenta de su experiencia política, bien pudiera haber aparecido en el último trabajo de Miguel Sánchez-Ostiz, «El Escarmiento» (Pamiela, 2013).
De Hecho, Rouillan y Sánchez-Ostiz trabajan sobre el mismo tema: la imposición de una versión oficial sobre la guerra civil y la dictadura de Francisco Franco; la imposición del silencio sobre lo ocurrido, la aceptación común de una amnesia que absuelve a los criminales (oligarquía, Iglesia católica, falangistas, carlistas, militares, etcétera) y que, en definitiva, es el orígen del régimen y la situación que nos ha tocado padecer.
Si en «El Escarmiento» Sánchez-Ostiz aborda la represión fascista en la retaguardia de Nafarroa (extensible a la sufrida en La Rioja, Galiza o Extremadura, por ejemplo) en los meses que suceden al golpe de estado del 17 y 18 de julio de 1936, Rouillan toma el testigo de la narración en los años 70, cuando se adivina el fin de la dictadura y el advenimiento de un nuevo régimen que suceda al franquismo satisfaciendo los mismos intereses económicos, sociales y políticos que este.
Ambos autores dan, además, especial importancia a la transmisión de la experiencia, a dar cuenta de lo sucedido como herramienta para desenmascarar las bases político-económicas e idiosincrasia de la llamada Transición y la democracia española y poder abordar un cambio radical y, por lo tanto, liberador.
«De memoria (I y II)» y «El Escarmiento» son libros dirigidos a terminar con la impunidad que el olvido impuesto proporciona. Son libros hermosos a la par que trágicos, terribles, sobrecogedores. Son libros de obligada lectura. El periodo vacacional es una buena oportunidad para acercarnos a ellos.
«El Escarmiento»
«El escarmiento» es una combinación de narrativa e investigación histórica. La obra tiene como objetivo sacar a la luz los pormenores y dimensiones reales de la represión desatada por el faccioso general Mola en la retaguardia de Nafarroa y, una vez vencida la resistencia de las milicias vascas, en Gipuzkoa y Bizkaia durante el período comprendido entre marzo de 1936 (preparación del putsch del 18 de julio) y junio de 1937 (caída de Bilbo). El título viene de las intenciones de Mola de dar a los vascos «el escarmiento» merecido. Estas intenciones quedan bien reflejadas en las páginas de Sánchez-Ostiz; para muestra un botón: «Hay que sembrar el terror (...) hay que dejar la sensación de dominio, eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros» (Mola a uno de sus hombres de confianza, Félix Maíz).
El navarro, amén de dar testimonio de las tropelías fascistas, abunda en el hecho de la destrucción de documentación y del terror que impusieron a los testigos habidos: «Es evidente que temían al futuro, temían que la historia la escribieran otros; temían que, contra todo pronóstico, precisamente por ello, cambiaran las tornas y alguien escribiera lo que ellos sabían y ocultaban y obligaban a callar. Mejor no dejar a su espalda pruebas documentales con las que poner en duda lo sostenido durante décadas de control informativo, académico, policial, político y social».
Son muchos los hechos que Sánchez-Ostiz lleva a su fenomenal trabajo, hechos que dan cuenta de esa cadena de crímenes y la impunidad que, hoy en día, conservan sus autores y sucesores.
Estremecedor es el caso de Maravillas Lamberto. El 15 de agosto de 1936, un grupo de guardia civiles, carlistas y falangistas (muchos de ellos, como el guardia civil Arana, identificados) detuvo a Vicente Lamberto, militante de la UGT; una de sus hijas, Maravillas, quiso saber de la suerte que su padre pudiera correr, quiso acompañarlo... Todo el grupo violó a la pequeña Maravillas tantas veces como quiso. Después, sacaron del cautiverio a ambos: obligaron a Maravillas a ver la muerte de su padre, siendo violada, de nuevo, repetidas veces. Los cadáveres fueron echados a los perros y los restos dejados por estos fueron quemados por el alcalde.
Escribe Sánchez-Ostiz: «En el caso de Maravillas Lamberto todavía vive su hermana Josefina que hace unos meses declaró: 'No solo no se conformaron con matar a mi padre y violar a mi hermana. También humillaron a mi madre, entraron en nuestra casa y nos robaron todo lo que teníamos, nuestros recuerdos. Quedamos sin nada. No nos quisieron dar ni un trozo de pan»
En 2008, el Ayuntamiento de Larraga, localidad donde aconteció el brutal crimen, se negó a que una calle llevara el nombre de Maravillas Lamberto.
PP y UPN no condenan el golpe de Franco y la Universidad de Navarra, la del Opus, y «Diario de Navarra» conceden todos los años el premio de periodismo Garcilaso: Raimundo García García, «Garcilaso», director del «Diario de Navarra», era un pronazi, colaborador de Mola, que participó activa y personalmente en las tareas de exterminio.
Recoge también Sánchez-Ostiz las opiniones del historiador Paul Preston: «... desde el principio hubo esfuerzos oficiales por poner en pie una memoria histórica nacional, de obligado cumplimiento, para lo que se falsificaron los orígenes de la guerra civil y de la dictadura, y se hizo 'una operación de lavado de cerebro de toda la nación que no acabó en 1975, con la muerte de Franco, ni en el 77, porque la democracia, precisamente por serlo, no hizo un contralavado'».
Jann-Marc Rouillan y sus compañeros del MIL se consideraban continuadores de la lucha desarrollada por los combatientes de 1936: «Por los fusilados de 1917, como por la traición a la España republicana y los campos de concentración de Vernet, Gurs, Rivesaltes y Barcarès, no estábamos dispuestos a callar. Nuestra confraternización con los rojos se hacía ante todo por la conservación de esa memoria colectiva y perseguida. Nosotros la conjugábamos con nuestro rechazo y nuestras revueltas».
Transmisión de la experiencia
Jean-Marc Rouillan se dedica en la actualidad a transmitir su experiencia militante y a combatir la «historia oficial» que blanquea los crímenes de la dictadura franquista. Así, en mayo pasado señaló a GARA que «mi propósito es contar la historia de los chavales y sacar a la luz aquella época: se cuentan muchas cosas sobre los 70, pero no se entiende bien el concepto, la sensación de liberación».
En «De memoria (II)», habla de la película «Salvador» -otra muestra de manipulación del pasado y las experiencias militantes- de este modo: «El dinero de la burguesía intenta banalizar ideológicamente la dictadura. Y también su papel y su silencio en los años sesenta-setenta».
En los años 1973 y 1974, los miembros del MIL son ya conscientes de que su lucha revolucionaria, continuadora de la del 36, está siendo traicionada y que al olvido impuesto por el franquismo le sucederá una «amnesia» que legitime el régimen sucesor: «La futura constitución ya está forjándose. ¿Cuántos opositores rezan en secreto para que salga adelante? ¿Dejarán que los fieles ministros falangistas sean los fundadores del nuevo régimen? Hoy en uniforme con el brazalete rojo bordado con el yugo y las flechas, mañana con el traje y corbata de los demócratas. Es tiempo de transición: los republicanos y los revolucionarios, que tanto tiempo han estado privados de carrera, de regreso a los negocios, aplaudirán enérgicamente la coronación del Borbón».
Son pequeños detalles, retazos, tomados de «El Escarmiento» (Pamiela) y «De memoria (I y II)» (Virus); retazos significativos del contenido y la motivación de las obras de Miguel Sánchez-Ostiz y Jann-Marc Rouillan. Libros contra el olvido, la impunidad y la manipulación... Salvador Puig Antich fue consciente de los hechos:«Es raro vivir una historia sabiendo que será escrita de forma totalmente distinta. Que yo no seré más yo. Que ya no seremos nosotros».
A finales de la primavera, la editorial Txalaparta presentó «Con Cristo o contra Cristo. Religión y movilización antirrepublicana en Navarra (1931-1936)», trabajo de investigación realizado por Javier Dronda (Lizarra, 1980), doctor en Historia por la UPNA y presidente del Instituto de Historia Económica y Social Gerónimo de Ustariz. Trabajo que el también historiador Emilio Majuelo ha calificado de «obra monumental».
En la misma, Dronda estudia el papel de la Iglesia católica en Nafarroa en tiempos de la Segunda República española y la función ideologizante y de propaganda que está cumplió al servicio de oligarcas, carlistas y falangistas.
La jerarquía católica apoyó y justificó, desde el primer momento, el golpe de estado -ese que dio paso a «cuarenta años de paz» y nacionalcatolicismo- calificándolo de «cruzada». De hecho, fue el obispo de Iruñea, Marcelino Olaechea, el primero en utilizar la expresión en una circular de agosto de 1936 pidiendo donativos para apoyar las acciones bélicas y represivas de los militares sublevados («no es una guerra la que se está librando, es una cruzada»); expresión que, poco más tarde, recogerá Tomás Muñiz, arzobispo de Santiago («... del mismo tipo que las Cruzadas de la Edad Media, pues ahora como entonces se lucha por la fe de Cristo y por la libertad de los pueblos. ¡Dios lo quiere!¡Santiago y cierra España!»). Es pues esta investigación una aportación más para abordar con criterios suficientes uno de los episodios más negros de nuestra historia reciente. Un hito contra las falsificaciones del pasado. GARA