En la presentación de su última novela titulada `Canadá', el escritor norteamericano Richard Ford dijo que, aunque no lo considera una experiencia mística, para él escribir es «una actividad más artesanal que artística, pero de vez en cuando en esa actividad artesanal ocurre algo misterioso, algo que no puedes provocar, que simplemente sucede».

Algo similar se produce con la meteorología. Puedes pasar todo el tiempo que quieras consultando mapas, analizando detalladamente diferentes tipos de previsiones o mirando la evolución del cielo sin que pase nada extraordinario. Sin embargo, de vez en cuando ocurre algo increíble, algo que no puedes provocar, que -como dice Ford- simplemente sucede.

Y lo pude comprobar hace unos pocos días mientras me acercaba a la playa de La Zurriola. Atardecía cuando, de pronto, en medio de un cielo azul, un enorme solazo rojo se adueñó del aire y comenzó a «caer» por el horizonte tiñendo la atmósfera de color púrpura. Corrí hacia la barandilla buscando un rayo verde que no llegué a ver, aunque encontré otra rareza.

En apenas unos minutos, el sol «acható» su forma, después pareció tener el aspecto de un cuadrado, más tarde de un hongo y, finalmente, acabó por precipitarse por el horizonte. Unas formas increíbles y un momento mágico que no era otra cosa que un engaño del aire, mostrando unas imágenes finales que no eran reales. Eran, forzosamente, un espejismo.

Algo así ocurre cuando la luz sufre un cambio de dirección al pasar de un medio a otro (refracción) o en el mismo medio (aire) por diferencias de densidad entre sus capas. Esa refracción produce un efecto de curvatura de los rayos que «proyecta» la imagen del astro durante unos segundos, a pesar de que éste ya se haya retirado.

Cuando las diferencias de densidad se producen porque la superficie está más fría que el aire de encima podemos ver un espejismo superior (la imagen «falsa» del sol colocada sobre la auténtica). Y cuando es un suelo recalentado con aire más frío arriba, vemos un espejismo inferior (el reflejo abajo, dando al sol el aspecto de una letra omega).