El documental de Ken Loach «The Spirit of 45» está logrando una movilización en Gran Bretaña, donde está propiciando el debate político sobre la situación actual desde la comparativa con la posguerra. Realizado en blanco y negro, armoniza las imágenes de archivo con las entrevistas a supervivientes de aquella época. La banda sonora de su habitual colaborador George Fenton le confiere emotividad al montaje, con los arreglos de temas emblemáticos como el himno «Jerusalem».

El discurso de Loach se centra en los cambios sociales llevados a cabo por el primer ministro Clement Attlee, cuando el líder laborista ganó las elecciones en julio de 1945. Afrontó la nacionalización del Banco de Inglaterra, del carbón, del gas, de la electricidad, del agua, de los ferrocarriles, de la aviación civil o de la siderurgia. Creó el National Health Service, garantizando la asistencia sanitaria universal y gratuita. También desarrolló un programa de viviendas sociales, dando lugar con todo ello a la llamada sociedad del bienestar.

Todas esas conquistas del pueblo se fueron al traste a partir de la irrupción de Thatcher y de las medidas neoliberales, destinadas a poner el beneficio individual de una clase dirigente sobre la colectividad.

El documental de Loach quiere dejar en evidencia la ruina a la que ha conducido una política económica de capitalismo sin control, recordando que tras la II Guerra Mundial se inició una reconstrucción, mediante la cual se superó la crisis y la hambruna padecidas en la época de entreguerras. La comparativa histórica surge por sí misma.

Los viejos brigadistas

La película se nutre de los testimonios de los supervivientes que conocieron aquellos años de total transformación. Gentes mayores que recuerdan lo que es pasar de la miseria al bienestar, y que se siguen sintiendo agradecidas a la política laborista de entonces, enterrada por la actual.

Hablan hombres y mujeres de Gales, Liverpool, Manchester, Sheffield y Londres. En el primer grupo impactan las palabras del activista octogenario Ray Davies, con su gorra de brigadista. Recuerda lo dura que era la vida de los mineros galeses, de cómo perdió a su madre en plena juventud por falta de ayuda médica. Y de ahí la liberación que trajo a tanto sufrimiento acumulado la implantación de la sociedad del bienestar. Por fin podían contar con una vivienda digna, y con asistencia médica gratuita.

Los de Liverpool rememoran igualmente los avances que se dieron gracias a una política municipal que intentó recuperarse en los años 80, pero ya sin el caldo de cultivo que había generado una experiencia movilizadora de masas.

Como se suele decir, los viejos del lugar no se explican lo que está ocurriendo, y las razones por las que todo cuanto vieron crecer con tanto esfuerzo se viene abajo. Al menos ellos pudieron trabajar, pero es que hoy en día no está garantizado ni siquiera ese derecho elemental. Algunos estudios hablan ya de una generación que no encontrará un puesto de trabajo estable en toda su vida. Eso hace unos años era impensable, como también lo era el poner en duda el cobro de las pensiones de los trabajadores.