La alerta lanzada por Stop Desahucios de Gipuzkoa sobre el acoso de las entidades financieras a personas que en su día avalaron la compra de una vivienda de algún familiar es muestra, una más, del grado de impudicia al que el neoliberalismo conduce, con la inestimable ayuda -es decir, servidumbre- de los poderes políticos. Entidades que en su día concedieron créditos a diestro y siniestro mientras inflaban una burbuja que terminó estallando -pero cuyas consecuencias están pagando ahora miles de familias- son el mejor ejemplo de un sistema basado en la depredación sin límites, ni éticos, por supuesto, ni legales. Además, hacen gala de un apetito insaciable, con preferencia por las presas más débiles e indefensas. Ahora su objetivo son los escasos bienes de quienes avalaron la compra de una casa no precisamente para participar de la locura especulativa imitando a esos bancos y cajas, sino con la intención de ayudar a sus hijos o allegados a acceder a una vivienda. Pero ya no es suficiente dejar en la calle a quien no ha podido hacer frente al pago de esa vivienda, sino que también pretenden las nóminas, viviendas e incluso las pensiones de quienes simplemente sobrevivían entre depredadores.