El Gobierno iraquí puso en vigor el pasado sábado una normativa de circulación alterna en Bagdad sobre la base del último número de la matrícula -par o impar- en un intento de controlar los vehículos sospechosos en los controles militares.

«¿No cree usted que el que quiera hacer explotar un coche-bomba puede hacerlo tan fácilmente un día par como un día impar?», ironiza crítico Ali Jamil Ahmed, un funcionario retirado. Y es que la medida ha generado indignación en una ciudad donde la vida ya es difícil.

Y es que la medida no afecta a los taxis, camiones, autobuses y minibuses, como tampoco a los coches oficiales del Gobierno ni a los vehículos de médicos, jueces, profesores de universidad y periodistas. «No es más que otra dificultad. Las calles siguen igual, la circulación también», denuncia Abdul Jader Saad, un mercader de rosas que se ve obligado a tomar un taxi para llevar su mercancía al mercado.

Los seis millones de habitantes de la capital dependen del coche por la falta de transporte público. Los embotellamientos son moneda corriente, agravados además por los controles.

Los que están de enhorabuena son los bateleros, que han multiplicado sus beneficios a costa de los que se ven obligados a cruzar el Tigris en barca.

Una medida similar fue impuesta por los ocupantes en 2005, en plena guerra sectaria, y siguó en vigor seis años.

Atentados

Cinco soldados y dos civiles murieron ayer en atentados con coche-bomba y emboscadas en Kirkuk, Mosul y Baiji, en el norte del país. La víspera, un segundo kamikaze fue linchado antes de explotar en la mezquita chií de Bagdad (30 muertos).