El Ministerio español de la porra se lo guisa y los cavernícolas mediáticos se lo comen con patatas. Ayer presentaban el atropello contra todo tipo de derechos y libertades del pasado lunes como una brillante operación «antiterrorista».

«La Razón» titulaba uno de sus «puntazos» con su habitual zafiedad: «Sin bajar la guardia en la lucha contra ETA», y en él incluía el comunicado de ETA y el asalto a Herrira. Así que un comunicado que propugnaba un proceso popular «tanto para recorrer el camino de la soberanía como para avanzar en el de la paz» justifica el atropello a quienes trabajan por los derechos de los presos vascos. Después, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, decía que la existencia de ETA es «una anomalía incompatible con el hecho de que sus cómplices gobiernen ayuntamientos y tengan representación parlamentaria. La lucha antiterrorista sigue activa». Muy típico del facherío. Todo aquél que no abraza su «reserva espiritual de Occidente» es objetivo de la «lucha antiterrorista». «Libertaddigital», lo decía más claro, titulando al respecto «Los apoyos de los proetarras detenidos: IU, Eguiguren, el PNV...».

Volviendo a «La Razón», el pepero Carlos García titulaba su columna «La derrota del terror», y sacaba varias conclusiones de «la gran noticia de ayer con el éxito de la operación de la Guardia Civil», una de ellas «que el mundo de ETA sigue intentando regenerar sus estructuras en vez de disolverse y entregar las armas». Se refiere al abundante armamento incautado en la «exitosa» operación que, en un toque de originalidad, denominaba «operación contra el tentáculo de ETA de la plataforma Herrira». ¿Se le ocurriría a él solo?

De la misma y patética «originalidad» hacía gala «Abc», que en su sección `Protagonistas' dedicaba una flecha hacia arriba, cómo no, al autor de la ocurrencia, el señor ministro, asegurando que «La red Herrira, de apoyo a presos terroristas y tentáculo de ETA, es descabezada por la Guardia Civil», lo que, según el de Vocento, pone de manifiesto que «legalidad no equivale a impunidad». Ya, así que para evitar lo que a la fachenda se le antoja impunidad, esa legalidad que en otras ocasiones es sagrada pasa a ocupar un lugar bajo las botas de los guardias civiles.

En fin, el ministro que cuenta con el aplauso profesional de la caverna mediática podía limitarse a llevarse su juego a casa cuando no le aceptan «pulpo» como animal de compañía.