Maite SOROA
Mucho chiste, poca broma
Arnaldo Otegi es un líder político de categoría. Carismático, lúcido, capaz de traspasar trincheras partidarias y esquemas mentales de manual, de aportar horizonte, de concentrarse en lo que es fundamental para el país. Las vascas y los vascos lo sabemos de primera mano. Y, entre otras causas, por ello, el Gobierno español ha hecho la barbaridad que ha hecho con él y con sus cinco compañeras y compañeros del llamado «caso Bateragune». Como dicen mis amigas, por la cara lo tienen preso, por puro ánimo de venganza y escarmiento.
A petición de la CUP, y aunque no haya podido ser en persona, el Parlament de Catalunya acordó recoger la aportación por escrito del líder abertzale en la comisión por el derecho a decidir. Trayectoria, experiencia y estatura política no le faltan, no. Como tampoco faltan a la cita los columnistas más ultras. Echan bilis, recurren a los insultos más ordinarios y alguno se pasa de listo. Lean, lean.
En «La Razón», Pedro Narváez, que se presenta como «el buen salvaje», titula su columna como sigue: «El donut de Otegi». Y servidora, interesada en cual podría ser el hilo argumental lo leyó para llegar a la conclusión de haber leído una melonada total. Concluye el autoproclamado «buen salvaje» que «el que va con Otegi siempre fracasa» y que el «Parlament debe meditar que mezclar la sangre con la libertad puede resultar aberrante, como mojar un donut en las lentejas». ¡Ya ven cuál es el nivel del plumilla! Cero, ninguno. Donut en lentejas... y se cree original y gracioso. Un caso perdido.
Otro que se suma a la fiesta del chiste y de las comparaciones odiosas es Iñaki Ezkerra. En «Abc» equipara la aportación de Otegi con «uno que va a pedir un crédito a un banco... y lo que hace es presentar como avalista a un capo mafioso». Ya ven, otro espécimen de la colección de chistosos. Y que no no se ponga en plan filosófico, que entonces suelta unas melonadas de impresión. «¿Va a avalar el falso derecho a decidir quien está en la cárcel porque algo a lo que no tenía derecho?». Pues no, una piensa que en esta vida lo único que es nuestro es aquello que decidimos.
Mucho chiste barato, pero la situación política es de poca broma. Y como leen, de demasiados monstruos también.