La conferencia internacional de Donostia contó en su jornada de clausura con la intervención del alcalde de Boise, capital de Idaho, destino de miles de emigrantes vascos y origen de miles de estadounidenses orgullosos de sus raíces vascas. David Bieter es un profundo conocedor de la situación política de Euskal Herria y promotor de iniciativas en favor de los derechos de este pueblo, y ayer evocó el contexto en que se produjo una de ellas: la declaración en favor del derecho a decidir de 2002. Explicó la conversación mantenida entonces con Javier Rupérez y la incredulidad de sus interlocutores cuando el enviado español les quiso convencer de que aquí no había ningún problema político, sino policial. La intervención del representante del PP sirvió de acicate para sacar adelante el memorial y le dio un inesperado eco mediático.

El Estado español, miembro de la Unión Europea con legaciones en la mayoría de los países del mundo, tiene múltiples recursos diplomáticos, y los ha utilizado cuando ha creído necesario. Madrid ha presionado a otros estados para lograr su complicidad contra la insurgencia vasca y ha tratado de obstaculizar cualquier movimiento en favor de una solución democrática al conflicto. Los ejemplos son innumerables. Sin embargo, su actitud cerril y prepotente ha logrado ponerle en evidencia ante la comunidad internacional en más de una ocasión, como cuando logró que la ONU culpara a ETA de los atentados del 11M, y su postura es cada vez menos comprensible para muchos observadores.

Frente a la fuerza diplomática española, este país lleva tiempo exponiendo alternativas de solución racionales e impecables desde el punto de vista democrático, y esta disposición está calando en muchos agentes, incluyendo partidos y gobiernos. Bieter afirmó a los asistentes a la conferencia de alcaldes que su ciudad y su Estado están del bando de quienes defienden los derechos del pueblo vasco. No son los únicos. El bando democrático suma cada vez más apoyos.