«Paulette» es una comedia original que no admite comparaciones, pero los de la distribuidora se han acordado de «El jardín de la alegría» para hacer que el título le suene al público. No tiene nada que ver aquella caracterización de la irlandesa Brenda Blethyn y su plantación de marihuana, con la que aquí hace una antológica Bernardette Lafont. Encarna a una horrible anciana, racista y resentida. Su mal carácter proviene de la perdida del restaurante familiar, que llevaba su difunto marido, así como de tener que vivir en un barrio lleno de delincuentes que te roban hasta lo poco que te queda de pensión.

El enfoque de esa realidad deprimida da paso al humor desatado, en cuanto la abuela decide traficar con hachís para salir de la miseria y hacer frente a las amenazas de embargo. Lo divertido del cambio es que la señora va descubriendo la interculturalidad a fuerza de hacer tratos con los inmigrantes que se mueven en la ilegalidad. Hasta el sacerdote con el que se confiesa, y al que le pone al tanto de sus trapicheos es africano. Por accidente dará con la repostería del cannabis, por lo que finalmente volverá a recuperar el artesanal negocio familiar, aunque trasladado a la liberal Amsterdam.