¿Truco o trato?
El equipo de Valverde mostró una doble cara ante un atrevido conjunto ilicitano, en una primera mitad con los peores minutos vistos en el nuevo campo, y una segunda en la que incluso mereció la victoria.
ATHLETIC 2
ELCHE 2
Joseba VIVANCO
El Elche se plantó en San Mamés en la noche de Halloween y preguntó al Athletic lo de `truco o trato'. Y los vascos, muy apegados a sus tradiciones y menos a las foráneas, escogieron sin pensarlo la primera opción. Y así les fue en unos iniciales 45 minutos horrorosos, simplemente penosos. Una película de terror, de esas de no dormir, cuyo mejor ejemplo, y sin ánimo de ensañarse, fue Markel Susaeta, que perdió un balón tras otro y al que no le salió una a derechas. En la reanudación, con dos goles de desventaja en el marcador, el Athletic lo pensó mejor y decidió probar con el trato. Y acertó. Desarboló a los ilicitanos y estuvo a punto de voltear el sonrojante resultado. Al final, empate agridulce porque pudo hacer más, al menos en esos segundos 45 minutos, pero con la sensación de que regaló los primeros.
Alertaba Ernesto Valverde en la previa sobre la euforia excesiva. Pero uno siempre piensa que esos mensaje son para la afición, que los jugadores saben ya de qué va esto y cuál es su trabajo. Pero va a ser que no. Porque no se entiende ese primer tiempo de los leones, más allá del buen hacer de un buen Elche.
Sorprendió Txingurri dando entrada a Gaizka Toquero de inicio en punta de ataque, volviendo a confiar en Herrera en la mediapunta. Y la cosa le salió así, así tirando a mal. El gasteiztarra es todo coraje y pundonor, transpiración, pero hasta ahí; el exzaragozista sigue a lo suyo; al tran, tran. Aunque esa infumable primera mitad fue como para echarles a todos a la hoguera.
Como de la noche al día
Noche de brujas en San Mamés. Desde el minuto uno de partido se vio un Elche osado y un Athletic descolocado. La primera acción de peligro cayó del lado ilicitano y aunque la réplica la quiso dar Susaeta, los minutos iniciales fueron un auténtico descontrol, justo hasta que los visitantes, que parecían más seguros del guión que habían venido a desarrollar, se adelantaron en un cabezazo franco de Lombán, libre de marca, sin posibilidad para Herrerín. La primera en la frente y a punto estuvieron de necesitar los leones algún punto de sutura cuando dos minutos después, Aaron enviaba un balón envenenado desde al vértice del área grande a la cruceta contraria de Herrerín. Diez minutos y los franjiverdes sumaban cuatro disparos a portería, mientras que en el Athletic la única estadística revelante y reveladora era la pérdida de diez balones en ese mismo espacio de tiempo.
Lo peor del desconcierto inicial de los rojiblancos fue que se vieron incapaces de revertir no ya el marcador sino el juego en los restantes minutos hasta tomar el camino a vestuarios. Si fría estaba la grada de San Mamés -incluso Valverde dijo haberlo notado-, el juego de los suyos estaba bajo cero. Sin ideas, más parecidos al toque-toque de Bielsa que a la verticalidad de Valverde, inoperantes a la hora de tratar de solventar el repliegue defensivo del Elche, continuas pérdidas de balón, un dominio infructuoso y hasta exasperante, en el que se abusó del pase horizontal y se falló cuando se trataba de imprimir velocidad a la pelota.
No fue hasta el minuto 18 cuando un cabezazo de Laporte por encima del larguero registró la primera acción de peligro local. Un chut lejano de Muniain a la lona del fondo sur fue la lastimosa imagen de todo lo que el Atheltic anoche era capaz de hacer para enmendar sus mal juego. Un amago de chilena de un intenso pero desafortunado Toquero fue el último cartucho de una primera mitad en la que fue el Elche, en el 41, el que a punto estuvo de hacer el segundo en una contra bien trenzada en la que Iturraspe y Gurpegi resbalaron, terminando de retratar los peores minutos de los bilbainos en el nuevo San Mamés.
Maniobró Txingurri en el descanso y quiso dar mejor salida al balón dejando a Rico en la ducha, retrasando a Herrera y situando de enganche a De Marcos. Al minuto, Muniain, solo, se llenaba de balón y la mandaba al segundo anfiteatro. Lo del idilio del de la Txantrea con el gol es como una cita a ciegas. Y de lo que pudo ser, a lo que fue. Barullo en el área rojiblanca, cuatro defensores locales rodeando a un jugador ilicitano, Laporte despeja, rebota en Gurpegi y la pelota acaba en pies de Ñiguez, que se gira y bate por raso a Herrerín. Era el minito 47.
Hasta ese momento había sido truco, a partir de ahí, fue trato. El Athletic se subió a la escoba y le metió tal velocidad y verticalidad al juego que tras avisar Susaeta y fallar Herrera, el eibartarra la clavó en la red sin que tocara el césped un balón milimétrico desde el lado opuesto de un reactivado Muniain. El gélido San Mamés entró en calor a la par que sus jugadores. Un gris Herrera dejaba su puesto de timonel a Beñat. En diez minutos, los leones remataban seis veces a gol. Del truco se pasó al trato.
El Athletic era un vendaval. Aupados en Beñat e Iturraspe, con Muniain reclamando protagonismo, Iraola penetrando por banda, las ocasiones se multiplicaban hasta que el navarro era relevado, muy molesto, por Aduriz, y el donostiarra, solo dos minutos sobre el verde, remachaba un cabezazo a gol, el empate. Merecido, ahora sí, y con tiempo por delante para darle la vuelta al marcador. Lo merecieron los de Valverde por insistencia, por desborde, por buscarlo. La tuvo inmejorable Toquero en un cabezazo fácil que se le fue desviado, y la pudo haber tenido en una subida de Laporte casi al final en la que el colegiado optó por amonestarle en lugar de señalar penalti.
No le dio para más. Para un empate sufrido, que vuelve a sembrar dudas, que deja más preguntas que respuestas, pero que le sostiene ahí arriba.