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Gara > Idatzia > Iritzia > Txokotik 2006-07-04
Iñaki Lekuona
La cena

Como Nicolas Sarkozy tenía el sábado una cita con el jefe del Gobierno español en Moncloa, y a sabiendas de que Rodríguez Zapatero, ese vendepatrias, iba a solicitarle al galo apoyo, colaboración y todos esos favores que las autoridades de Madrid llevan pidiendo a las de París en los últimos treinta años, y que las autoridades de París vienen concediendo en los últimos cuarenta, don José María Aznar, el querido ex presidente de todos los españoles, se sacó la cartera de la faltriquera, contó los billetes que le quedaban de las prebendas del magnate Rupert Murdoch, y pensó: me llega para invitarle a cenar.

Nicolas Sarkozy, ministro del Interior por la gracia de Chirac y cabeza visible de la derecha francesa en un momento en el que más de una acabará por rodar, aceptó el convite. Hace años, cuando la salud de la Francia más conservadora se encontraba pachucha, a lo que Sarkozy contribuyó apuñalando políti- camente a su valedor Chirac, la imagen de Josemari era la de un integrador, la de aquel que logró refundir en un nuevo partido el centro democrático español, la derecha del capitalismo liberal, el post fran- quismo y el nacionalcatolicismo.

En aquel entonces, Aznar era monsieur Aznar, un «líder», según Sarkozy, aunque todo se evaporó tras el 11-M.

No digo que la relación entre ambos se haya resentido desde entonces. Porque, aunque monsieur Aznar ya no es persona del todo recomendable, seguramente la aceptación del convite por parte de Sakozy va más allá de lo puramente cortés. Los dos personajes tienen políticamente mucho en común, pero Sarkozy es ante todo un superviviente.

Al día siguiente, el candidato a la presidencia de la República escuchó de Rodríguez Zapatero las peticiones de siempre, y, sin sorpresa, Sarkozy le contestó lo de siempre: ETA es un problema español aunque Francia está siempre dispuesta a colaborar con España. Y respecto al proceso abierto añadió la palabra «respeto», un vocablo que suele ir asociado a este otro: desacuerdo. Desconozco si Sarkozy está o no en desacuerdo con el proceso abierto por Zapatero, pero lo que es Aznar, tiene la sangre tan agria que da dentera escucharle, lo juro. Tiene el cuerpo político tan dolorido y resentido que no me lo imagino pasando toda una velada con su amigo Sarkozy sin pedirle algo. Algo como apoyo y colaboración, claro. -


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