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Gara > Idatzia > Iritzia > Gaurkoa 2006-08-17
Narciso Isa Conde - Escritor y articulista
Cuba: ¿Transición?

La sociedad cubana no está hoy ante la ausencia del liderazgo de Fidel. Tampoco frente al relevo definitivo de sus funciones estatales y partidarias.

Lo acontecido ha sido informado con precisión: serio quebranto de salud que obliga al líder de la revolución a resignar temporalmente los cargos que desempeña. Relevo provisio- nal de funciones, cirugía mayor, recuperación parcial y pronóstico reservado.

En ese contexto es imposible analizar la situación como si Fidel no existiera. Tampoco puede desplegarse en la realidad el proceso que generaría su desaparición física. Fidel vive con las limitaciones y los riesgos formalmente informados al pueblo cubano y a todo el mundo. Vive, con- serva y potencia su impresionante liderazgo; de tal manera que una gran parte de la humanidad está pendiente de su estado de salud y muchísimas personas, entidades, organizaciones, gobiernos... claman, oran, desean y anhelan su pronta recuperación.

Yo me sitúo enfáticamente dentro de ese contingente, tanto por razones humanas, por indisolubles vín- culos de amistad e identidad política, por militancia comunista, por afectos históricos, como por la gran conveniencia de sus nuevos aportes después de este aviso de la madre naturaleza.

En este contexto el tema de la denominada «transición» en Cuba lo traen forzadamente a colación el Gobierno de los EEUU, la ma- fia cubano-americana y la ultra derecha mundial. Es obvio su interés: crear la imagen de una situación de crisis inexistente y de supuesta inminencia de un cambio de régimen y sistema político y social en ese país. ¿Transición a qué?

En la lógica gringa se trata de una transición de la «dictadura» a la «democracia», siguiendo aquel esquema del paso de los regímenes militares despóticos a las llamadas democracias representativas. Pero la verdad es que ni en Cuba hay dictadura ni en estos países hay democracias.

Si algo ha demostrado ser una gran estafa es el modelo de democracia representativa made in USA (ahora «democracias» neoliberales). Su realidad ha implicado el secuestro de la democracia por las oligarquías capitalistas, la corrupción de las instituciones hasta niveles de gansterización, la usurpación del sufragio universal por las partidocracias, el capital transnacional y las elites locales. Vaciadas esas «democracias» de todo contenido económico y social de carácter popular, los monopolios, los oligopolios y las mafias político-sociales imponen su despotismo económico y empobrecen sin cesar a los seres humanos, al ambiente y la naturaleza en que habitan, al tiempo de secuestrar las instituciones del Estado y convertir todo en mercancía.

Por otra parte, nada en común puede encontrarse entre el sistema político y el orden económico social de Cuba y el de las tiranías políticas (civiles o militares) que han sufrido los pueblos de nuestra América. La diferencia entre Fidel y los Pinochet, los Trujillo, los Somoza, los Batista, los Videla, los García Mesa... es del cielo a la tierra.

En Cuba existe un régimen revolucionario de amplio contenido democrático en lo social y económico, de profunda legitimidad en la relación entre el liderazgo de la revolución y el pueblo, de diferentes formas participativas de la base de la sociedad. Coexiste esto con las restricciones que se derivan de su condición de «fortaleza sitiada», de «régimen de excepción», asediado de la peor manera durante 48 años por un imperio poderosísimo y criminal. Coexiste con niveles de estatismo y burocratización más allá de lo deseable.

En Cuba, desde 1962, está vigente un proceso de transición al socialismo, un proceso de orientación socialista, todavía inconcluso y constantemente torpedeado, obstruido y agredido por la contrarrevolución internacional que persistentemente han encabezado los imperialistas estadounidenses. En esos 48 años de existencia de la Revolución Cubana, en el contexto de sus transformaciones anticapitalistas, quizás podremos encontrarnos con más de un modelo de transición al socialismo.

Es claro que los procesos hacia el socialismo no son irreversibles. Sus defectos y deformaciones pueden eventualmente conducirlos al fracaso, tal y como lo demostró la historia política del Siglo XX. Los modelos dentro de la orientación socialista tampoco son eternos. Ambas no son, sin embargo, las problemáticas inminentes a raíz de los problemas de salud de Fidel, aunque bien pueden platearse como cuestiones a considerar en un futuro próximo.

El traspaso de mando de Fidel a Raúl y de Fidel a otros dirigentes de la revolución, es sencillamente un cambio de mando dentro del mismo proceso de orientación socialista, del mismo modelo y del sistema político vigente; un cambio, por demás, temporalŠ hasta que se produzca la recuperación del líder de la revolución o hasta que concluya su vida física. Y un relevo de mando no es propiamente una transición, aparte de que hay transiciones y «transiciones».

Hay transiciones del capitalismo al socialismo, que es lo que ha tenido lugar en Cuba en las últimas décadas. Hay restauraciones capitalistas en sociedades que emprendieron la vía socialista, como las que se dieron en Europa Oriental (transición al revés). Hay transiciones de un sistema político a otro dentro de un mis- mo orden económico-social. Y hay transiciones de un modelo económico, social, político y cultural a otro dentro de una determinada formación pro-capitalista o pro-socialista.

La «transición» en boca de los jerarcas estadounidenses y de los ideólogos del imperialismo actual respecto a Cuba equivale a la restauración del capitalismo y de su seudo-democracia corrompida.

Ella equivale a recolonización, a pérdida de soberanía y autodeterminación.

Esa ha sido ­y sigue siendo­ la receta imperialista frente a Cuba revolucionaria, con Fidel sano, o con Fidel convaleciente; aunque ciertamente ahora pretenden explotar al máximo el momento «psicológico» y la incertidumbre que podría generar la perspectiva de desaparición física de un liderazgo de tan profundo calado y enorme extensión como el de Fidel.

Pero repito: eso no es lo que está planteado en Cuba, ni es lo que está hoy en el corazón de esa sociedad. Allí prima una gran tranquilidad política, una continuidad apacible del orden establecido y un inmenso deseo a favor del restablecimiento de Fidel.

Y cuando le llegue el turno no a un simple traspaso provisional de mando, sino a la necesidad de determinados cambios en el sistema político y en el modelo vigente, habrá que cerrarle el paso precisamente a la «transición» made in USA (pura contrarrevolución, pura anexión, pura recolonización) para abrir las compuertas de la continuidad renovada del proceso de orientación socialista, en pro del nuevo socialismo, del socialismo que posibilitaría crear las nuevas condiciones en el siglo XXI y una mayor decadencia del imperialismo.

Y esto, claro está, se tornará más necesario en el periodo pos Fidel, dada la necesidad de suplir el vacío, ampliar las bases de apoyo, articular mejor la diversidad en movimiento y darle mayor participación a las nuevas generaciones revolucionarias dentro de un gran liderazgo colectivo, capaz de reemplazar exitosamente el inmenso liderazgo de Fidel y de la dirección histórica de esa revolución. -


 
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