El Ministerio de Exteriores no piensa hacer más comentarios sobre el suceso hasta que reciba la esperada aclaración de los órganos competentes», informó un portavoz del Gobierno polaco. El incidente que ha provocado el enfado de Polonia son una supuesta violación por parte de Alemania de las aguas territoriales polacas. Según precisó la radio pública, el pasado 16 de agosto, buques de la marina alemana realizaron maniobras militares en el puerto polaco de Swinoujoscie, en la desembocadura del río Oder, sin informar a Polonia.

Pero éste sólo es uno de los muchos capítulos que últimamente han enfriado las relaciones entre ambos países. Antes de emprender las vacaciones de verano, la canciller alemana Angela Merkel (CDU) llamó a su homólogo Jaroslaw Kaczynski para felicitarle por su nombramiento y para evitar males mayores. En vano. En su primera aparición ante el Parlamento, Kaczynski no mencionó para nada a Alemania. En Berlín se entendió este gesto como un desprecio, el segundo ya. Poco antes, el presidente Lech Kaczynski, el hermano gemelo del jefe de Gobierno, había cancelado su presencia en el tradicional encuentro trilateral que los ejecutivos francés, alemán y polaco suelen celebrar desde 1991.

«Fue por razones de salud» dice la versión oficial con la cual se excusa la ausencia de Lech Kaczynski. Según la versión no oficial, el máximo representante de Polonia se sintió molesto por una sátira que apareció en un diario alemán. Su enfado llegó a tal grado que la Justicia de su país ha abierto diligencias contra los periodistas alemanes, a los cuales se ha aconsejado no pisar territorio polaco, porque podrían ser detenidos por «calumnias a un jefe de Estado».

La prensa polaca ha criticado la actitud de los gemelos, entre otras cosas porque el presidente evitó entrevistarse con su homólogo galo y la canciller alemana poco antes de la cumbre del G-8.

Varsovia necesita a estos potentes aliados para poder hacerse escuchar frente a Moscú. A cambio, París mantiene relaciones tradicionalmente buenas con Polonia, las cuales datan de aquella época en la que ambos estados intentaron poner en jaque a una poderosa Alemania.

En teoría, el hacha de la guerra entre Berlín y Varsovia está enterrada desde 1990, cuando los alemanes reconocieron la línea Oder-Neisse, que era la frontera oriental de la República Democrática Alemana (RDA), como algo definitivo. Con ello, el entonces canciller Helmut Kohl dejó de reclamar los viejos territorios del desaparecido «Reich», como la Alta y Baja Silesia y parte de la Prusia oriental. Todos ellos se hallaban desde 1945 bajo administración polaca.

Millones de alemanes fueron desplazados durante a guerra. Muchos de ellos votaron a la Unión Cristianodemócrata de Kohl, la CDU, pensando que algún día podrían volver a ocupar los terrenos perdidos. Nada de eso. Les quedó la esperanza de que tras el ingreso de Polonia en la UE pudieran adquirir inmuebles como en cualquier otro miembro de la UE.

Sin embargo, tras la caída del «telón de acero» y gracias a la política filoeuropeísta de los antecesores de los Kaczynski, lo que entró más fuerte que nunca fue el capital alemán. En la actualidad, es la editorial alemana Axel Springer ­propietaria de los diarios conservadores “Bild” y “Wel”­ la que domina el mercado de prensa en Polonia. El también alemán grupo de supermercados Metro acaba de ampliar su presencia en el país vecino. Recientemente, la macrotienda de electrodomésticos Mediamarkt, conocida y condenada en el Estado español por un anuncio sexista, ha insultado a los polacos, insinuando que son ladrones.

Influencia de EEUU

En este contexto se explica en parte el éxito político de los hermanos Kaczynski como una respuesta a la sentida «invasión germana» desde el oeste. Por otro lado, también está muy presente el capital estadounidense, que a partir de 1989-90 se abrió paso sirviéndose de emigrantes polacos, deseosos de volver a su patria, con los dólares ganados en EEUU.

La influencia política de Washington se hizo notar en 2002, cuando Varsovia respaldó incondicionalmente la agresión contra Irak. Desde entonces, el Pentágono piensa en trasladar sus instalaciones estratégicas de Alemania a Polonia.

Por ahora, a la política alemana no le queda otro remedio que mantener bajo control el daño político. A medio plazo se servirá de su influencia económica para apoyar a las fuerzas políticas afines a sus posiciones. -

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