Humildemente: pido perdón. Pido perdón por no haber aprendido la lección, y haber seguido, un año más, haciendo enmiendas a los presupuestos de la Comunidad Autónoma Vasca. Por si eso fuera poco, también hemos hecho nuestras las enmiendas que los movimientos sociales nos han presentado, y hemos tenido el valor de defenderlas y, en algunos casos, conseguirlas. Lo reconozco, el año pasado tuvimos el mismo comportamiento: asumimos las propuestas que nos hicieron llegar todos los euskaltegis, ­a nosotros y al resto de los partidos en disposición de defenderlas­ las defendimos y conseguimos que se sumaran a los presupuestos. Así ocurrió también con las televisiones locales en euskara. También defendimos y conseguimos aumentar el presupuesto de Haurreskolak. Este año, hemos defendido las propuestas que nos hicieron llegar la confederación de ikastolas, Kontseilua, euskalgintza, aquellos que buscan fomentar los medios de comunicación en euskara... y por nuestra parte hemos propuesto otras partidas para la inversión en la escuela pública vasca (para mejorar las escuelas), en los conveios y empresas de inserción (como método de lucha contra la exclusión social) o la vivienda. Pido perdón por todo ello.

Pido perdón por emplear la lógica parlamentaria e intentar aprovechar la oportunidad para mejorar los presupuestos que, definitivamente, no son los que nosotros haríamos. Tanto el año pasado como este año, Aralar ha negociado partidas concretas en puntos concretos (euskara, educación, gasto social, vivienda, sobre todo), a cambio de votar en contra de las enmiendas a la totalidad de PP y PSE. A cambio de ello, tanto el año pasado como éste, se han conseguido mejoras presupuestarias. El año pasado 21 millones, este año 30. Evidentemente, no aprendemos la lección: los votos se dan a cambio de nada. Sin negociación previa. Por ejemplo, el grupo Ezker Abertzalea hizo lehendakari a Ibarretxe sin negociar nada. Según su propia terminología, propició un gobierno neoliberal sin intentar siquiera acordar unas pautas de actuación en temas concretos: construcción nacional, por ejemplo. Y llegamos nosotros ­el último de la fila­ y planteamos siempre que nuestro voto se tiene que negociar y acordar. Si no, no votamos. Como en la investidura de Ibarretxe. Planteábamos políticas concretas que suponían un cambio respecto a lo que ese mismo lehendakari llevaba haciendo durante bastantes años y, como no lo conseguimos, no le votamos.

Seguimos pues, sin aprender. Nos empeñamos en hacer política, también parlamentaria. A pesar de que, a diferencia del Parlamento navarro, en el de Gasteiz seamos el partido más pequeño. (Estamos tan errados en lo que respecta al quehacer parlamentario, que siempre nos ha dado pena no poder mejorar los presupuestos de la Comunidad Foral, a pesar de que los movimientos sociales nos hayan hecho propuestas también para Nafarroa). Pero tenemos voluntad de aprender y propósito de enmienda, nunca mejor dicho. Pedimos a todos los movimientos sociales que nos hacen llegar sus propuestas para mejorar los presupuestos y, a través de ellos, el trabajo diario que llevan a cabo durante todo el año, dejen de hacerlo. Pedimos a los euskaltegis, a la confederación de ikastolas, a KontseiluaŠ que dejen de enviarnos sus enmiendas, porque ya no debemos hacer el papel de intermediarios entre ellos y la actividad parlamentaria. Pedimos también a quienes nos critican después de haber llegado a un acuerdo que el año que viene nos lo digan antes, para que renunciemos de antemano a utilizar el sentido de nuestro voto para mejorar los presupuestos.

Pero eso será el año que viene. De momento, en estos días que quedan hasta que el 28 de diciembre se voten los presupuestos de la Comunidad Autónoma en el Parlamento de Gasteiz, seguiremos abiertos a la negociación con el Gobierno Vasco, que sabe perfectamente qué es lo que tiene que hacer: consensuar, a pesar de ser el último de la fila, todavía más partidas que mejoren los presupuestos. -