WASHINGTON

Hace tan sólo dos meses Bush aseguraba que, «sin duda alguna, estamos ganando» en Irak, y en la entrevista matizó que esa afirmación, del pasado 25 de octubre, «fue una expresión de mi convicción de que vamos a ganar».

Sin embargo, los acontecimientos en relación a Irak podrían congelar las «convicciones» de Bush.

Por un lado, el propio mandatario adelantó ayer en la última rueda de prensa prevista para el presente año su intención de aumentar el tamaño del Ejército y de los Marines para continuar su «lucha contra el terrorismo». Las manifestaciones del mandatario coincidían con la visita de Gates a Irak, y esperará a su regreso para anunciar el aumento de las tropas desplegadas en el ocupado país.

En la entrevista publicada en el “The Washington Post” admitía que estudian aumentar el actual despliegue de tropas en Bagdad durante un período limitado para poder dejar al Gobierno iraquí el control de la capital. La propuesta de la Casa Blanca prevé enviar a Bagdad de entre 15.000 y 30.000 ocupantes más para unirse a los 17.000 ya desplegados en la capital iraquí, durante un período de seis a ocho meses.

Esta propuesta no cuenta con el respaldo de los miembros del Estado Mayor, que expresaron sus reticencias al propio Bush la semana pasada en el Pentágono, y que quieren un aumento general de efectivos, con el incremento presupuestario que eso comportaría. La Casa Blanca, no obstante, desmintió estas diferencias.

Entretanto, el Pentágono anunció ayer la muerte de dos de sus soldados en Bagdad por el estallido de artefactos explosivos, elevando a 69 el número de ocupantes muertos a lo largo del presente mes.

Volviendo a la rueda de prensa de Bush, el presidente dijo que 2006 fue «un difícil año para las tropas», y destacó que las «elecciones celebradas en Irak fueron esperanzadoras». Sin embargo, el responsable de la matanza dijo que «los enemigos de la libertad respondieron con la violencia sectaria y durante este año han tenido éxito destruyendo la reconciliación y seguridad lograda durante años».

Pero si 2006 fue «difícil», no lo será menos, en palabra del mandatario, 2007. Bush se mostró convencido de que no será un año fácil y que «exigirá duros sacrificios».

Según Bush, «Irak ha conocido lo difícil que es conseguir la libertad (...) y Estados Unidos no puede negar los derechos a las familias iraquíes que los extremistas quieren arrebatarles». Pero subrayó que «es la responsabilidad de los iraquíes defender su país» y agradeció la creación de la denominada coalición moderada «que pueda reconciliar las diferencias, lo cual marginará aquellos con intenciones extremistas».

El presidente estadounidense anunciará en enero su nueva estrategia para Irak, que no pasa por la retirada, porque Washington no acepta la derrota y cree que «la victoria en Irak se puede conseguir a pesar de la violencia sectaria o de los sentimientos de los americanos», añadió Bush refiriéndose a la derrota de noviembre y las encuestas que piden retirarse.