Berna Gómez Edesa - Padre de preso político y miembro de LAB
Te debía una carta, Rober
Te debía la respuesta a la tuya de hace tiempo; me duele profundamente no haberlo hecho antes; me duele especialmente porque sé lo que supone, para quienes están dentro, romper el muro carcelario y meter en ese infierno un mensaje solidario, un saludo cariñoso. Quienes estamos a este lado de esos muros y sentimos, sufrimos y nos solidarizamos con quienes están al otro lado de ellos deberíamos ser conscientes de la importancia de las visitas, de las cartas, de los mensajes de la forma que sea, como un medio imprescindible de resistencia, de supervivencia.
Esta, que quiere ser la carta que te debía, no será una carta íntima, Rober, no te hablaré de cómo van los hijos, de las cosas del curro, del sindicato, de la vida particular, ni, por razones obvias, será enviada a ninguna dirección con iniciales CP y números romanos. Es una carta pública, abierta al conocimiento de quien quiera acceder a ella, por una simple razón: te has convertido en vecino colectivo, en compañero colectivo, en amigo colectivo, en hijo del pueblo; eres ya, como lo es Igor, parte de la conciencia, del compromiso, de la generosidad, de la lucha colectivas en el largo camino hacia la libertad y la igualdad en nuestro pueblo.
No he podido estar con los compañeros y con los amigos a recibirte, Rober; ya sabes, esto de la dispersión nos hace viajar mucho y a sitios lejanos. Pero te he llevado conmigo a París, en el corazón, en las lágrimas y en esa tu carta, de la que te debía respuesta, que he releído en el viaje; quería estar contigo de alguna forma. Todos los familiares y allegados que hemos viajado este fin de semana a Fresnes, y a todas las cárceles con presos políticos vascos, lo hemos hecho con el dolor acumulado de toda la semana y con gran preocupación por el estado de ánimo y la situación de nuestros allegados presos. Lo que os ha ocurrido a ti y a Igor afecta especial e intensamente a quienes están dentro. Están bien Rober, dolidos y tristes, pero no rotos; están fuertes y serenos, saben lo que suponen en el actual contexto y están a la altura de esa responsabilidad.
Sabes, Rober, he tenido el orgullo de transmitir desde París para el pueblo de Santurtzi un mensaje, de los presos de este pueblo en Fresnes, de recuerdo para ti y para Igor, un recuerdo pleno de cariño, de solidaridad para con vuestra gente y de compromiso para seguir por los ideales que desde jóvenes habéis compartido. Se sienten orgullos de haberos vivido.
Están siendo días muy duros, son momentos que dan el nivel de cada cual. Debo decirte que puedes sentirte orgulloso, Rober. El dolor y el sufrimiento vividos es proporcional al cariño y respeto que la gente siente por vosotros. Puedes sentirte orgulloso de la relación que has ido tejiendo en tu vida con tanta gente. Sólo la entrega en la amistad, la transparencia en las relaciones, la coherencia en la militancia pueden dejar tras de sí ese gran poso de cariño y reconocimiento que he visto en tus amigos, en tus compañeros del Sindi, en quienes compartieron contigo el puesto de trabajo.
Ya sé que lo sabes, pero quiero confirmártelo, que esos amigos, compañeros, vecinos, que la Margen Izquierda, que este irreductible pueblo comprometido ha estado a la altura de las circunstancias, a pesar del dolor, a pesar de la rabia, a pesar de las bestias en forma de beltzas y bocachas.
Sí, Rober, igual no te cuadra mucho por la cosa del contexto, del proceso que se está iniciando y todo eso, pero también las bestias han estado como siempre. Ya sabes, a estas bestias la cosa no les da para más, se quedaron rezagadas en la evolución humana, son un escalón anterior de la evolución social; ellas no saben de amor, de respeto, de derechos. Representan la guerra y el odio que sus dueños les programan. Y claro, qué puede programar el ministro de Interior vasco de turno, mamporrero mayor Balza, el Fraga de un tres de marzo de 2006, torturador de mi hijo, de ti mismo, Rober, y de tantos jóvenes vascos que hoy sufren cárcel tras pasar por la incomunicación en los calabozos de la policía del PNV. Este tipo, Balza, no podrá enorgullecerse como tú, no tendrá amigos que le quieran, compañeros que le defiendan, pueblo que le acoja en su seno; no pasará a la historia como vosotros, dignos hijos de la lucha por la libertad y la justicia, sino como cipayo vendido a quienes expolian y oprimen a Euskal Herria.
Se me olvidaba, Rober, también los dirigentes han dado su talla, cada cual a su nivel. Unos, con la gente, llevándote sobre sus hombros, frente a los cascos y las bocachas, nos sentimos orgullosos de ellos. Otros, los que sostienen el tripartito, desaparecidos, mirando a otro lado, perdidos en su maraña politiquera de salón; no había viviendas que vender ni Estatut que defender y los porrazos les cogen lejos. Pero la nota más alta es para la máxima representación de este gobiernillo autonómico, que en boca de su triste portavoz da más importancia a los cristales de un batzoki rotos por la rabia e impotencia de la gente avasallada, que a la muerte en la cárcel de la dispersión, diseñada con su complicidad, de dos hijos de nuestro pueblo.
Días duros, Rober. Nos ponen al límite. Quienes dirigen los hilos negros de la guerra nos quieren llevar a dos situaciones extremas: al hundimiento y a la depresión por la impotencia y la frustración o al asalto físico a por ellos por la rabia y el odio que generan. Pero la izquierda abertzale lleva muchos años bregada en esto y tiene suficiente capacidad reflexiva, organizativa y de lucha para no caer en esta trampa. Estos hechos, la situación de estos días, ha de fortalecer la integración en el trabajo y la organización de la lucha; todos y todas podemos y debemos aportar, única garantía para hacer que el proceso de salida a la actual forma del conflicto lo sea de verdad; y si se frustra una vez más, para resistir y mejorar posiciones para la próxima ocasión.
Descansa tranquilo, Rober, no tienes que preocuparte por los tuyos, por los más cercanos, por Ana, por la familia, están en buenas manos, están y estarán para siempre acogidos en ese gran manto de amor, de calor, de dignidad y de solidaridad que es el pueblo comprometido en la lucha por un mundo mejor.
Me voy despidiendo, Rober. No habrá más cartas, ésta te la debía. No son necesarias las cartas cuando ya estás en el corazón, en el recuerdo, en las paredes, en los libros, en la historia. El Che no necesita cartas; el Che, como Tú, Rober, como Igor, como tantos otros y otras, no sois destinatarios de mensajes, sois simplemente el ejemplo.
Un inmenso abrazo, Rober, amigo, compañero, hasta la victoria siempre. -
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