Los restos mortales de Roberto Sainz fueron incinerados ayer por la tarde en Portugalete. Un día más, la asfixiante presencia policial trató de impedir que los allegados de un preso muerto en la cárcel sintieran de cerca el calor de sus vecinos y amigos. Y así durante ocho jornadas consecutivas, desde que se conociera el lunes de la pasada semana la muerte de Igor Angulo.Pero los familiares de Roberto Sainz no se quedaron solos. Muchas fueron las personas que se acercaron a las puertas del tanatorio en el que reposaban los restos del portugalujo. Algunos entraron en las instalaciones, pero fueron desalojados posteriormente por la Policía autonómica.
La Ertzaintza había cortado también el acceso para los vehículos, así que hubo que subir a pie la cuesta. Algunos ya estaban allí a primera hora de la tarde, dispuestos a aguardar el tiempo que hiciera falta con tal de transmitir sus ánimos a Ana López, compañera de Roberto Sainz y presa preventiva en Soto del Real.
Ya lo decían las pancartas situadas a la entrada de Portugalete: «Ana, maite zaitugu». Y Ana llegó minutos antes de las siete de la tarde, a bordo de un coche granate. Bajó del vehículo junto a varios agentes de paisano y de repente vio ante sus ojos un pasillo formado por decenas de ikurriñas, mientras escuchaba gritos de ánimo. Allí estaban rostros conocidos de diferentes organismos de la izquierda abertzale como LAB sindicato del que Sainz fue liberado, Batasuna, del movimiento pro amnistía y Etxerat.
La alegría de ver todo ese cariño pudo en ese momento más que la tristeza por la muerte de su compañero. Y esbozó una sonrisa. Seguramente, la primera desde que el pasado viernes se enteró a través de una asistenta social de la triste noticia. Fueron unos pocos segundos, puesto que los agentes la introdujeron rápidamente dentro del edificio, donde aguardaba el resto de la familia.
Pasados unos minutos, desde el lugar donde se velaban
los restos de Roberto Sainz comenzó a surgir una melodía conocida. Los
familiares estaban entonando como despedida el “Eusko Gudariak”. Y aquellos que
estaban en el exterior se sumaron puño en alto al himno de homenaje, reiterando
a los allegados que estaban acompañados en esos momentos.
Diez minutos
Según relataron a GARA personas que estuvieron en el interior del tanatorio, los agentes permitieron a Ana López estar durante quince minutos con sus allegados, en tres turnos de cinco minutos. También le «dejaron» estar diez minutos «a solas» junto a dos ertzainas con el cuerpo de su compañero.López salió de las instalaciones funerarias un cuarto de hora antes de las ocho. Arreciaron las consignas como «Ana aurrera», «Errepresioa ez da bidea», «Ana, herria zurekin» o «Herriak ez du barkatuko». Algunos intentaron abrazar a la presa, pero los policías autonómicos lo impidieron. La metieron deprisa en el coche y se la llevaron rumbo a Soto. Cuando regrese a Portugalete, seguirán esperándole. -