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Gara > Idatzia > Euskal Herria 2006-03-07
Alegria detalla al tribunal cómo sufrió torturas para imponerle una declaración
La «bolsa», golpes, amenazas, humillaciones; Xabier Alegría relató ayer un auténtico calvario durante su incomunicación a manos de la Guardia Civil hace ahora tres años. El tribunal del caso 18/98 tuvo que oir el relato del vecino de Lezo, quien explicó también que le obligaron a aprenderse de memoria la declaración que debía efectuar.

MADRID

El tribunal que está juzgando el sumario 18/98 escuchó ayer, al igual que el fiscal y el resto de los presentes en la Sala, el relato de las torturas que Xabier Alegría sufrió a manos de la Guardia Civil en febrero de 2003, cuando fue detenido en la operación contra “Euskaldunon Egunkaria” ordenada por el juez Juan del Olmo.

En la primera hora de su declaración, el vecino de Lezo narró con pelos y señales el maltrato, las amenazas y las humi- llaciones que tuvo que soportar durante el periodo de incomunicación en el madrileño cuartel de Tres Cantos.

Explicó, asimismo, que su declaración fue impuesta por los agentes del cuerpo militar, y que en absoluto se correspondía con la verdad. A este respecto, apuntó que tuvo que ensayar hasta tres veces la decla- ración que se le imponía, para que coincidiera con las respuestas que sus captores ha- bían definido de antemano.

«Esta vez te vas a enterar»

Aquella no fue la primera vez que Alegría fue detenido bajo la misma imputación de «pertenencia a banda armada», ya que antes lo había sido en julio de 1998, en la operación policial contra “Egin” y Egin Irratia, y después en setiembre de 2000.

En ambas ocasiones, se negó a declarar, tanto ante la Policía española ­que fue quien le detuvo­ como ante el juez, en este caso Baltasar Garzón. Tampoco denunció torturas, porque, según explicó ayer, el trato había sido «correcto».

Antes, en 1995, había sido citado judicialmente para ser interrogado en relación a su militancia política, que, como seña- ló, «era conocida y pública». Una citación que, según recordó, había estado precedida por una campaña mediática en contra de su persona y de otros militantes de la izquierda abertzale en la que «se formularon imputaciones más duras que las de la Fiscalía». En aquella ocasión también se negó a responder ­tampoco lo hizo en cuando fue citado por la operación contra Udalbiltza, estando en prisión­, y en ningún momento se citó a la «organización ETA-KAS», término utilizado por Garzón y sobre el que Alegría afirmó que «no creo que haya existido nunca».

Sin embargo, el 20 de febrero de 2003, cuando tras varias horas de registro de su domicilio, en la que llegaron a encañonar en la cabeza a su compañera, lo introdujeron en una furgoneta de camino a Madrid, los guardias civiles le dejaron claro que «esta vez va a ser distinto». «Somos de Intxaurrondo, somos la Guardia Civil y te vas a enterar», fue lo que le dijeron mientras le llevaban esposado a la espalda.

«El forense se rió de mí»

Relató a continuación que le llevaron, con los ojos tapados, a lo que parecía una bajera en obras, y que comenzaron a golpearle en los testículos y otras partes del cuerpo. Detalló cómo le obligaron a hacer flexiones con las piernas hasta que ya no podía más y cómo en la segunda sesión de torturas, cuando insistió en su negativa a responder a las preguntas, le ataron de pies y manos y le aplicaron la «bolsa».

Explicó, asimismo, que al ser conducido ante el forense, cuando le narró lo sucedido, éste «se rió de mí y sólo me preguntó si había perdido el conocimiento y si había tomado las pastillas contra el catarro».

Al regresar, los guardias civiles sabían lo que le había contado, y el trato fue aún peor. «Por eso, el resto de las veces en que me llevaron al forense, le dije que el trato era correcto», señaló.

En esas condiciones, tras varias sesiones de interrogatorios «muy largos», reseñó que la Guardia Civil le preparó una declaración para que la memorizara. «‘Cuando tú digas quiénes son de Ekin, Joseba Permach tiene que aparecer. Si no, ya sabes lo que pasa’», recordó Alegría a modo de ejemplo. Le citaron otros muchos nombres de conocidos militantes independentistas, a fin de que les incriminara.

Tras tres «ensayos», le condujeron a una sala para que declarara. Junto a las dos personas que se encargaron del trámite, «atrás al fondo» había una persona que, según le dijeron, era su abogado de oficio. «Ni le ví la cara», denunció ayer.

Después fue conducido a la Audiencia Nacional, en la que, tras interminables horas en el calabozo, declaró finalmente ante el juez. «La Guardia Civil me dijo que si no refrendaba lo dicho, volverían ­señaló­; que lo mismo que me habían detenido tres veces, podía haber una cuarta». Pese a ello, se desdijo allí de lo declarado en el cuartel y afirmó que no quería declarar. Del Olmo no le hizo caso.



«Este es un juicio político dirigido a castigar nuestra militancia»
En el inicio de su declaración, Xabier Alegría oyó en boca de su abogada, Arantza Zulueta, los cargos que pesan sobre él. A la pregunta de si estaba de acuerdo, respondió negativamente y afirmó que «todas estas acusaciones tienen una base completamente política, y son parte de la represión y la persecución de los Estado español y francés en contra de los militantes independentistas». «Buscan castigar nuestra militancia», insistió en una declaración en la que tuvo problemas con el traductor, que no acertó en su labor. Agregó que, en su caso, las acusaciones «mezclan mi militancia política con otras responsabilidades que he tenido en diversos organismos sociales». -



Los procesados denuncian las torturas ante el tribunal

MADRID

Los procesados en el sumario 18/98 vistieron en la jornada de ayer una camiseta con el lema «Tortura Stop», coincidiendo con la denuncia que Xabier Alegría hizo del trato sufrido durante su detención por la Guardia Civil.

Tras finalizar la sesión matutina, realizaron una concentración ante la Audiencia Nacional en la que participaron Mikel Egibar y Nekane Txapartegi, que también denunciaron torturas al ser detenidos. Denunciaron que la Justicia española utiliza contra los ciudadanos vascos declaraciones efectuadas bajo torturas, a las que luego «los jueces intentan darles un sentido jurídico».

Denunciaron, asimismo, la «legislación antiterrorista», que «posibilita e impulsa la tortu- ra», y el papel de algunos medios de comunicación, «que con su silencio hacen posible que se practique».

A este respecto, opinaron que declaraciones como la efectuada ayer por Xabier Alegría «va a permitir acabar con esta práctica», y «de paso con la Audiencia Nacional». «Porque estamos convencidos de que si se practica la tortura es porque existe la Audiencia Nacional; por lo tanto, para acabar con la tortura hay que acabar con la Audiencia Nacional», apuntaron.

Angulo y Sáinz

Tras denunciar que la tortura se aplica «sistemáticamente» contra los detenidos vascos, explicaron que «desde que hace veinticinco años Joxe Arregi fuera torturado hasta la muerte en una comisaría de la Guardia Civil, seis mil ciudadanos vascos han sido torturados», y que sesenta lo denunciaron sólo el pasado año. «La tortura es una estrategia de guerra de los estados español y francés ­agregaron­, y existe toda una maquinaria para hacerla posible y encubrirla».

En este sentido, criticaron a los jueces «que hacen caso omiso a las denuncias de torturas» y a «la Audiencia Nacional, que se basa en ellas para constuir sumarios llenos de mentira».

Sobre esta audiencia situaron también la «responsabilidad directa» de las muertes de Igor Angulo y Roberto Sáinz, «porque aunque hayan muerto por la política penitenciaria criminal, fue la Audiencia Nacional la que ordenó su encarcelamiento después de que fueran torturados».

Antes de concluir, los procesados exigieron la desaparición de la Audiencia Nacional, así como la derogación de la «legislación antiterrorista» y, por lo tanto, «del régimen de incomunicación». Asimismo, reclamaron el cierre de «todos los macro- sumarios construidos tomando como base las torturas», y que se investiguen todas las denuncias.



Xabier Alegria

«Desde el momento en que me sacan de casa las amenazas son constantes; me dicen ‘esta vez estás con la Guardia Civil y te vas a enterar’»

«En un momento del trayecto a Madrid abren la puerta de la furgoneta y me dicen que es mejor que intente escapar porque no sé lo que me espera»

«Nada más comenzar el interrogatorio me dicen: ‘No te hagas el héroe, porque aquí no hay nadie que aguante’»

«Uno de ellos alardeaba de ser ‘el que se llevó por delante’ a Gurutze Iantzi y el que estuvo con Unai Romano»

«Amenazaron con detener a mi compañera, y que si yo no declaraba ella tendría que pasar por esto»

«En la segunda sesión, cuando les dije que no iba a declarar, me ataron los brazos y las piernas a la silla y me aplicaron ‘la bolsa’»

«Ensayamos la declaración tres veces, ellos sabían las respuestas que querían, y no me podía salir de ahí»

«Había nombres que tenía que decir, expresamente impuestos, para incriminarlos»


 
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