BILBO
Bajo el título «Un País Vasco posible y deseable», Mariano Rajoy ofreció ayer por la tarde en Bilbo una conferencia centrada en asegurar que el pueblo vasco es «un ente de ficción» que «nunca ha existido» y en denostar la política contra ETA del Gobierno que preside José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE). El acto fue organizado por la Fundación por la Libertad, cuyo presidente es el ex secretario general del PSE, Nicolás Redondo Terreros. El presidente del PP definió como «burla» la posibilidad de un «proceso de paz» y auguró que de él «no saldrá nada sino indignidad y, seguramente más dolor». Por ello, subrayó que «hay que denunciarlo, hay que explicárselo a la gente y agotar todos los medios para que esta inmoralidad no siga adelante».
Durante su alocución, Rajoy evidenció su rechazo a «esta pesadilla de conversaciones, porque no nos ofrece lo que necesitamos. Queremos libertad y todo lo que nos promete es un alto el fuego y unas negociaciones para que merme más nuestra libertad». A su juicio, es preciso «que ETA sea vencida», ya que de lo contrario «el amedrantamiento persiste».
Tras tildar de «débil» la postura de Zapatero frente a la organización armada, destacó que «la peor manera de combatir el terrorismo sería aquella que busque atajos, que no se proponga acabar con ETA sino con la violencia, que se conforme con calmar a la fiera, que dé la razón a los terroristasŠ en una palabra, la que acepte pagar un precio para que los pistoleros nos perdonen la vida».
«Vecino adosado al norte»
Así, indicó que «si sale bien» un hipotético proceso «significaría que tiramos por la borda los sufrimientos de treinta años y aceptamos que el País Vasco se convierta en una especie de vecino adosado al norte. No se alejaría de España, porque con la Unión Europea no le conviene, pero estaría en España como si no estuviera. Los terroristas se pasearían por la calle y el ambiente en el País Vasco pudiera ser irrespirable».Si «sale mal», lo cual es a su juicio «lo más probable», auguró que «estaremos bastante peor que hoy, porque después de treinta años de negarle la razón a ETA, se la habríamos reconocido, con lo cual serviremos de excusa para sus nuevos crímenes».
Sus críticas se hicieron extensibles a Patxi López, de quien adelantó que «tiene ya preparado un papelito sonrojante para incorporarse a esa ‘mesa de la negociación’».
Por su parte, el «nacionalismo vasco» fue acusado de ser una ideología política en la que «los derechos individuales son siempre subsidiarios del gran derecho colectivo: el pueblo vasco».
Un pueblo vasco que «nunca ha existido» y que «ni siquiera ha pretendido existir nunca hasta que lo inventó Sabino Arana». Rajoy sostuvo que «las naciones no se inventan de hoy para mañana ni son fruto de la mente débil de un visionario. Ni siquiera los nacionalistas saben dónde está. ¿Lo forman siete provincias, cuatro, tres? ¿Lo forman todos los habitantes del País Vasco, incluidos los que votan al PP, o sólo algunos elegidos? Estamos ante un ente de ficción sin límites precisos, sin contenidos concretos. Las naciones de verdad son más estrictas».
Como contraposición, subrayó que «la nuestra es una democracia de individuos» y presumió de que las personas «están registradas, tienen nombre, apellidos y domicilio. Esta es una nación real que ampara derechos reales. Las naciones teóricas, culturales, tribales, etc son formas figuradas de hablar que no amparan los derechos de nadie».
Mariano Rajoy, que horas antes había recogido firmas para pedir un referéndum contra el Estatut catalán, arremetió contra los defensores del derecho de autodeterminación que aspiran a una consulta popular «porque piensan que así, por mayoría, podrán tapar la boca a los vascos que rechazan el mito nacionalista».