Iruñea contaba en el siglo XVIII con seis imprentas
·Javier Iturbide ha presentado en la UPNA una tesis doctoral sobre el sector
IRUÑEA
La actividad impresora de Iruñea en el siglo XVIII, donde había seis talleres funcionando, «fue superior a la de otras poblaciones similares», según señala en su tesis doctoral el historiador Javier Iturbide, actual director del Servicio de Bibliotecas del Gobierno de Nafarroa. En la investigación, desarrollada en la Universidad Pública de Nafarroa, se lleva a cabo un estudio pormenorizado del mundo del libro en el Reino de Navarra en el siglo XVIII, desde la recepción el documento original hasta su publicación , informó ayer la UPNA en una nota. Iturbide explica en ella que «el negocio de la imprenta en la Navarra del siglo XVIII fue hasta la década de los años 30, una prolongación de los precarios talleres existentes en el siglo anterior. Posteriormente, se advierte una tendencia a la consolidación, mejora y difusión de las artes gráficas merced a la aparición de nuevas imprentas, cuyo número se duplicará al final de la centuria, pasando de 3 a 6. En este sentido, la actividad impresora de la capital navarra, tomando como referencia el número de talleres en funcionamiento, es superior al existente en otras poblaciones españolas de similar censo», señala Iturbide, quien en su trabajo presenta al libro «como un objeto de conocimiento capaz de informar de múltiples planos sociales y culturales, trascendiendo así, su estricta dimensión material». La tesis, titulada “El libro en el reino de Navarra en el siglo XVIII. Marco legal, editores, impresores, talleres y libros”, presenta una mirada al libro desde una doble perspectiva «como bien cultural y como bien material. Cultura y materialidad son el punto de partida y de llegada de un itinerario que comienza en la recepción del texto original, como documento único de un autor concreto, para convertirse en obra impresa, con una tirada que multiplicará su difusión». En ese itinerario «existe una serie de enclaves, como son el marco legal; los editores, personal o institucional, según los casos; los impresores, autores materiales del libro como elemento manufacturado; y, finalmente, los talleres, en los que se lleva a cabo la producción y la distribución».
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