Raimundo Fitero
Calentón
Mientras llegan pateras masivas a las costas canarias, el señor Zaplana pilla un calentón y vuelve a mostrar su verdadera faz, la de machista. Se están quitando las caretas de una manera definitiva todos los dirigentes de la extrema derecha, sus palmeros, y en ocasiones las llevan puestas, pero las gomas ceden y se les ve sus rostros de cemento, tochos, asfalto y constructoras.
Aunque, quizás sea más paradójico que se vaya entrando en prisión por convocar manifestaciones, o que Pepe Navarro se muestre dolido y reclamante de su derecho a la intimidad cuando nos ofreció la versión más miserable de los crímenes de las niñas de Alcasser o del secuestro de la farmacéutica de Olot. Esto, sin mencionar otros espacios de cotilleo que abrió con delectación. Insinúa frente a un demasiado condescendiente, a mi entender, Jesús Quintero, que se podrían quitar licencias a las televisiones privadas por meterse en la vida de los demás. Podría, pero no está bien amenazar con censuras, con cierres, porque le hayan tocado su ingle. Además, debería estar agradecido porque después del fracaso total de su programa, sigue saliendo en pantalla y en las portadas de las revistas del corazón. Además, le están saliendo un montón de lobas dispuestas a sacar tajada de su estado aparentemente sensible e indefenso. Y todos hemos sufrido más de un calentón en nuestra vida. El problema está en las compañías que uno frecuenta.
La diputadas saliendo en algarada del salón de actos del Parlamento español por la intervención del señor Zaplana es, también, y perdonen, un calentón. Muchos de estos señores dicen diariamente por su boca cosas en los medios de comunicación que, seguro que dichas por cualquiera de nosotros, tendríamos una citación del excelentísimo señor Gran de-Marlaska cursada inmediatamente. Tienen licencia para insultar, prevaricar, mentir, arremeter contra cualquier ordenamiento jurídico. Y no les pasa nada. Solamente salen en el Guiñol, lo que tampoco es mal asunto para que su figura alcance popularidad. El desgaste al que está sometiendo los valores mínimos democráticos por parte del PP son de juzgado de guardia. Por lo menos. Y no es un calentón. -
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