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Gara > Idatzia > Jendartea 2006-03-18
Liberan con éxito a una mujer en Cruces de una «tripa» de más de 60 kilos de peso
Una «bolsa» de sesenta kilos de peso, a modo de delantal abdominal. Es lo que un equipo médico del hospital de Cruces le ha extirpado a una mujer, de algo más de 50 años, y que, literalmente, arrastraba por el suelo o le impedía casi caminar. Una intervención poco habitual en la sanidad occidental y que, por el tamaño del bulto eliminado, no tiene referente en la literatura médica. No se trataba de un tumor, sino de una mezcla de grasas y líquidos, además de las vísceras de la propia paciente, que ahora le han sido devueltas a su lugar original. Hoy, se recupera de forma positiva.

BILBO

El antes y el después de una mujer de poco más de 50 años, que arrastraba, literalmente, desde hace casi cinco, una «tripa» de más de sesenta kilogramos de peso, no tiene referencia en la literatura médica mundial, que sepa el equipo médico del hospital de Cruces que la ha intervenido. Separar del cuerpo de esa persona la descomunal carga de grasas y líquidos, devolver a su «domicilio» original las vísceras que se habían trasvasado a ese bulto y cerrar el «agujero de buey» que lo intercomunicaba, son las tres fases de una operación en la que ha tomado parte un grupo multidisciplinar del hospital vizcaino.

Hoy, más de una semana después de la intervención quirúrgica, la paciente «parece una mujer gordita, pero con un aspecto normal», aún controlada hospitalariamente, y con un postoperatorio que esté transcurriendo «impresionantemente bien», en palabras de los doctores que dieron a conocer ayer este caso.

La paciente ha pedido permanecer en el anonimato, pero desea, al igual que el equipo médico que le atendió, que se conozca su caso para animar a las personas que se encuentran en una situación similar a que acudan a un centro sanitario cuanto antes para posibilitar un diagnóstico precoz.

«Porque no, no ha ocurrido en Africa», como bien apuntilló el jefe clínico de Cirugía Plástica de Cruces y coordinador de la intervención, Francisco Javier Gabilondo. «En nuestra sociedad hay gente que no sale de su casa, que no ve soluciones y se encierra dentro de una concha», trató de explicar el porqué de que alguien llegue a esta fase de «degeneración corporal», más allá incluso de los parámetros que definen la obesidad mórbida.

«Hay gente que vive una situación de terror porque no puede luchar contra el enemigo que tiene, un enemigo que lo puede tener en casa, pero es que en este caso ese enemigo lo llevaba dentro del cuerpo. No pueden defenderse de él. Y eso, síquicamente es muy complejo», insistió en la explicación de que un problema de origen sicológico acompaña a un caso como el que han afrontado, y que, reconoció, puede sorprender en pleno siglo XXI.

En lo que sí incidió este especialista del hospital vizcaino es en que este tema no sea tratado como un «espectáculo», al tiempo que agradeció a la propia paciente haber aceptado que su caso se diera a conocer de esta manera. Igualmente, los médicos resaltaron la «enorme» entereza y ánimo de la mujer, a pesar de que, como reconocieron, en los momentos iniciales mostró reticencias debido a comentarios «inexactos» que le llegaron desde otros lados.

Intervención de ingeniería

Una obesidad excesiva a la que no puso coto derivó en que la paciente alcanzara el estado que se pudo apreciar en las fotografías mostradas. Su caso ya estaba detectado tiempo atrás y se había intentando con ella una pérdida de peso, dietas incluidas. Sin embargo, no se trataba siquiera de una obesidad mórbida clásica y hace un año se decidió intervenir.

Un minucioso y completo preoperatorio, con participación de numerosos departamentos del propio hospital, concluyó el pasado día 7 de marzo con casi dos horas de intervención quirúrgica que dio como resultado lo que se pudo ver en las fotos de sólo unos días después.

«La mujer acudió por su propio pie al quirófano, porque lo quiso así», recordó uno de los doctores presentes ayer en la presentación divulgativa de esta operación ­que no exposición científica, como matizaron­. En una de las imágenes que mostraron, se la ve caminando, apoyada en un carrito, vestida con la habitual bata médica bajo la que sobresale, arrastrando, la «bola» que le iba a ser extirpada. «Le llegaba hasta el suelo», lo dibujaba con palabras poco antes de enseñar las fotografías una de las médicas presentes en el acto.

Una mesa doble y un sistema de dos grúas para alzar el enorme bulto fueron el escenario de una intervención casi de ingeniería, como reconocieron. «Ha sido más espectacular que difícil», reconoció el propio Gabilondo, que aclaró que «la técnica utilizada no ha sido ni una aventura ni una novedad, pero es cierto que no es una técnica con una experiencia detrás y no conozco a nadie que haya tenido una experiencia así». Lo más próximo que han encontrado en la literatura médica occidental es una extirpación similar en un hospital británico, pero el «delantal» pesaba unos 25 kilos, no más de 60 como es este caso. «Esto es una cosa excepcional, y no creo que antes de que me jubile vuelva a ver algo así», reconoció el cirujano Javier Gabilondo.

Riesgos tras la operación

El mayor riesgo de la intervención quirúrgica, según informaron los galenos, tenía que ver con la capacidad respiratoria de la paciente, ya que una vez extirpada la parte grasa y líquida, había que reintroducir las vísceras en la cavidad abdominal, con la consiguiente presión para el diafragma, que ya no estaba acostumbrado a trabajar en esas circunstancias. Fue, según explicaron, como si, de repente, le quitaran de encima la presión de un embarazo de trillizos, pero con la diferencia de que la parturienta ha tenido nueve meses para aclimatarse, algo que esta mujer no tuvo. Finalmente, ese aprender a respirar en las nuevas circunstancias se está corrigiendo.

Otro de los temores de los doctores se sustentaba en el riesgo de infección de la amplia zona que tuvo que ser reparada en el abdomen de la paciente, pero tampoco en este caso se produjo ningún problema.



La masa corporal marca la obesidad mórbida
La obesidad mórbida es aquella con un índice de masa corporal (IMC) igual o superior a 40, que sale de dividir el peso en kilos entre la talla en metros elevada al cuadrado. Para hacerse una idea, entraría en esa definición un sujeto de 1,60 metros que pesara más de 100 kilogramos, o alguien que midiera 1,70 ó 1,80 metros con unos pesos superiores a los 115 y 130 kilos, respectivamente. Pero la indicación para una operación quirúrgica no es sólo matemática.-



«Lo primero que dijo es que se podía ver los pies»
J.V.
BILBO

No hay que profundizar mucho para imaginarse el día a día desde hace casi cinco años de esta mujer. No es extraño que, como confesó uno de los médicos presentes ayer, lo primero que dijera tras recuperarse de la anestesia fuera: «Puedo verme los pies». Lo sorprendente es que, según dijeron, hasta hace poco más de un año había seguido trabajando, aunque claramente con muchos problemas. Después, dejó de salir de casa. De cómo era su vida da idea el comentario hecho por la endocrinóloga Sonia Gaztambide, de que para dormir se veía obligada a apoyar el enorme bulto encima de una mesa o un sofá. Tras la exitosa operación, la vuelta a la normalidad tampoco será sencilla. Es probable que la paciente se tenga que someter a alguna otra intervención quirúrgica, aunque el problema de su pared abdominal ha sido eliminado. Todavía en el hospital, está aprendiendo a andar de nuevo, ya que su cerebro debe asimilar el cambio corporal. Además, sufre atrofia muscular y sus piernas son demasiado delgadas. Incluso deberá aprender a respirar de nuevo. Los médicos le han prescrito una dieta hipocalórica y equilibrada, además de la práctica de ejercicio. «Creemos que le va a servir de estimulación para perder peso», confiaron los facultativos.

La primera intervención de reducción de estómago se practicó en Txagorritxu

J.V.
BILBO

Hace ahora dos años, la llamada cirugía bariátrica, más conocida popularmente como de reducción de estómago, se vio envuelta en una polémica a raíz de que se produjera el fallecimiento de varios pacientes transcurrido un corto espacio desde que habían sido sometidos a una operación. La realidad de este tipo de intervenciones apenas había levantado hasta entonces curiosidad. Y ello, pese a que, tal como explicó por aquellas fechas el consejero de Sanidad de Lakua, Gabriel Inclán, nos encontramos ante un tipo de intervención que no es para nada extraño para la sanidad vasca. de hecho, sólo en hospitales de la CAV se realizan unas 130 intervenciones cada año. En la red sanitaria de Osakidetza comenzó a aplicarse esta técnica en 1996 en Txagorritxu y Basurto y después se sumaron el hospital Donostia y Cruces. De entre las 412 intervenciones contabilizadas entre los años 2000 y 2003, sólo se registraron seis fallecimientos, por debajo del 2% que se considera aceptable a nivel internacional en este tipo de cirugía. Estamos ante una operación que conlleva muchos riesgos para la persona y de ahí la clave del minucioso estudio previo.

Osakidetza se encuentra a la cabeza de todo el Estado español en cuanto a intervenciones de este tipo anuales y totales per cápita practicadas en el sector público. La tendencia es, además, al alza, dentro de una sociedad en la que la cifra de obesos no deja de crecer y con ella la de personas que pueden llegar a verse afectadas por la llamada obesidad mórbida. El caso de la mujer operada en Cruces quiere ser un mensaje para otras personas que puedan sufrir este problema.


 
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