Quedé desconcertado cuando hace veinte años me enseñaron una granja con 50.000 gallinas ponedoras. El estruendo de sus cacareos, la cantidad enorme de huevos, las toneladas de pienso... todo era descomunal. Pero no dejaba de ser una pequeña granja medianamente automatizada. Hoy, en el mes de marzo del año 2006, la noticia de la gripe aviar con su virus mortal, el H5N1, basta por sí sola para costear los informativos de todos los medios de comunicación.
Las víctimas animales, así como los riesgos de contagio del hombre, y los que van falleciendo, nos lo recuerdan de manera persistente. Más difícil de encontrar son las noticias sobre los trabajos científicos que subrayan que la epidemia actual va íntimamente unida a la reactivación de un virus que es conocido en el mundo desde hace más de cuarenta años. (Novethic)
Según la Organización Mundial de la Salud, el H5N1 ha causado estragos en 4 de las más de las 21 gripes de producciones industriales de aves de los que se tiene noticia. Desde los pollos de Escocia en 1959, los pavos de Inglaterra en 1991, y en Honk Kong en 1996-97 y de nuevo en el año 2002, el virus H5N1 no ha tocado en absoluto otras aves. Ni mataba las aves de gallinero, ni las aves migratorias. Y el virus no mataba en masa.
Para la revista “El Ecologista”, el H5N1 es un virus propio de los criaderos industriales. «Censuro a los supermercados voraces de haber causado involuntariamente la gripe aviar, vendiendo productos de sus criaderos asiáticos a más bajo precio», era la denuncia de Robert Sturdy en el “Times” el 28 de octubre pasado. La expansión de las redes mundiales de producción y comercio avícola industrial ha creado las condiciones ideales para la apa- rición y transmisión de virus mortales como la cepa H5N1 de la gripe aviar. Una vez dentro de las granjas industriales el virus puede rápidamente llegar a ser mortal y extenderse. El aire cargado de virus de las granjas infectadas se traslada a distancia, siendo las redes de comercio mundial quienes propagan las enfermedades a través de diversos portadores, como las aves vivas, los polluelos de de un día de vida, la carne, las plumas, los huevos, el estiércol generado por las aves, y los piensos. Un informe de GRAIN puntualiza que «los piensos, procedentes de los suelos de las industrias avícolas, constituyen los ingredientes más comunes de la alimentación de las aves». Se habla de cinco millones de aves en una sola explotación, con aire, agua y piensos contaminados. En este nivel de explotación el industrial se limita a abrir las canalizaciones de grano, agua y complementos para el engorde, sin capacidad para detectar enfermedades o muertes entre las aves.
Desde diciembre del 2005, “El Ecologista” ha vuelto a la carga con acusaciones más precisas contra los criaderos de aves asiáticos y el gigante de los supermercados Tesco. Y es que los supermercados Tesco han sido señalados como sospechosos porque controlan uno de los mayores criaderos de pollos en Tailandia Tailandia ostenta el cuarto puesto mundial de cría de pollos, tras los EEUU, Brasil, y la Unión Europea.
La prensa y la televisión nos han mostrado a hombres encapsulados en trajes blancos, con máscaras de gas, corriendo tras de los pollos en pequeñas granjas al aire libre. Se ha prohibido la exposición de aves vivas en los mercados. Y también nos han enseñado aves «salvajes» atravesando el cielo, como si fueran las portadoras de la muerte. Pero ¿dónde han quedado las imágenes de las inmensas granjas industriales invadidas por le virus por tener las condiciones óptimas de hacerlo? Ninguna imagen de trenes y camiones transportando pollos vivos hacinados, ni tampoco de las fábricas de productos alimenticios de aves y personas a los niveles ciberindustriales.
La elección de las imágenes que nos presentan nos envían un mensaje claro: la gripe aviar es un problema de aves migratorias y de la cría de aves en gallineros abiertos. Pero nada dicen, deliberadamente, de las grandes industrias modernas de aves, del capitalismo del libre comercio.
Cada vez está siendo más claro que en el origen del virus mortal se encuentra la producción super industrial, el hacinamiento de los animales y una alimentación de la que lo menos que se puede decir es que está contaminada; que, como señala Devlin Kuyek, el virus letal de la gripe aviar se inicia en las grandes granjas avícolas industriales, y que desde allí se extiende.
Se está utilizando la crisis, según indica Grain en su web, como una oportunidad para incrementar y profundizar en la industrialización del sector. Se multiplican las iniciativas para prohibir la producción de pollos al aire libre y eliminar a los pequeños productores, para reponer las granjas con pollos modificados genéticamente. Mientras tanto, los pequeños agricultores no pueden económicamente cubrir sus gallineros, y los agricultores «biológicos» arriesgan perder sus certificados.
La Organización Mundial de la Salud, centró rápidamente la atención en la farmacéutica Roche, la gigantesca empresa suiza de medicamentos. Es Roche quien posee la licencia de producción del Tamiflu. Se trata de un denominado antivirus. El Tamiflú es un subproducto de las bayas del anis estrellado que se recoge fundamentalmente en el Suroeste de China, y que Roche lo adquiere en un 90%. Dicen de este producto que limita la propagación de la gripe aviar a los seres humanos. Pero eso es algo que no sólo es discutido por los científicos, sino que no está probado en absoluto.
Además de su más que probable ineficacia, el Tamiflú, fabricado por Roche, fue desarrollado y patentado por la empresa farmacéutica Norteamericana Gilead. Como resultado de toda la propaganda a nivel mundial, las ventas de ese supuesto medicamento, el Tamiflú, aumentaron el año 2005 en un 400%. Mientras que los ingresos de la diseñadora del producto, la farmacéutica Gilead, aumentaron en un 166%.
En noviembre del pasado 2005, el presidente de USA decidió dedicar 1.400 millones de dólares a la compra de Tamiflú. Sabiendo, claro está, que su secretario de defensa Donald Rumsfeld es el mayor accionista de la empresa farmacéutica.
Las enormes granjas industriales crían aves sin control alguno. Luego, sobre la miseria engendrada por estas poderosas transnacionales, las farmacéuticas y los gobiernos más poderosos intentan y consiguen lucrarse aún más. No podemos olvidar que «ellos» son los dueños de todo. -