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Gara > Idatzia > Euskal Herria 2006-04-26
Con Jokin Gorostidi se va la imagen viva de 40 años de izquierda abertzale

Eran las 20.00 cuando el histórico militante de la izquierda abertzale Jokin Gorostidi fallecía ayer en el Hospital Donostia, después de permanecer cuatro días en coma tras el paro cardíaco que sufrió el viernes. Tal y como resaltó la Mesa Nacional de Batasuna tras conocer el fatal desenlace, acaba así «una vida inmersa en la lucha por la libertad de Euskal Herria». Además de ensalzar la trayectoria política de Gorostidi, Batasuna subraya que «gracias al trabajo de hormiga que como Jokin han realizado todos los luchadores y abertzales hemos conseguido situarnos ante la posibilidad de lograr la libertad de Euskal Herria». Hoy todos tendrán ocasión de despedirle en la capilla ardiente, en el Ayuntamiento de Deba.

La figura política de Jokin Gorostidi viene efectivamente a reflejar cuatro décadas de izquierda abertzale, dos tercios largos de una vida en la que siempre estuvo «preparado para asumir lo que haya que asumir». Por ejemplo, la doble condena a muerte impuesta en el proceso de Burgos y que recordaba en una entrevista, hace ya unos años. Cuando los abogados fueron a comunicarle la sentencia, Jokin recordaba que respondió: «De puta aldaba. Esto va a servir para que se movilice más nuestro pueblo. ¿Acaso no hemos dicho en la calle que estábamos dispuestos a dar la vida?».

A Gorostidi, sin embargo, todavía le quedaban muchas cosas por hacer. Salió de aquella andanada del franquismo junto a su eterna compañera, Itziar Aizpurua, con quien viajaba en el tren cuando le sobrevino el infarto el viernes. Con quien caminaba junto a la playa en 2003 cuando Baltasar Garzón mandó a la Policía a detenerle bajo la acusación de participar en la red del «impuesto revolucionario». Y con quien viajó a Madrid hace tres meses para sentarse en el banquillo de los acusados por el sumario 18/98. Porque Gorostidi siempre estuvo ahí, sin perder la cara ni ante los problemas de salud de los últimos años, ni muchos menos frente a la represión incesante. Pero nunca solo.

En esa entrevista aparecía el Gorostidi txirrindulari, montañero y aficionado a la música (Jon Idigoras le rebautizó como Beethoven por una vez que escondió en un piano el dinero de un robo). También el estudiante de comercio y de delineante. Y el sindicalista que pasó a la militancia en ETA, «el único organismo que se atrevió a salir de las catacumbas. ¿Dónde estaban entonces todas las siglas que se tenían por antifranquistas?», preguntaba. El 8 de marzo de 1969 llegó esta detención, pero antes ya había sido capturado junto a Itziar;Jokin se rompió una pierna al intentar escapar por una ventana. Yesperaba a Txabi Etxebarrieta cuando éste cayó acribillado. Luego llegó Burgos, y le cayeron dos condenas de muerte. Años de prisión. Cartagena. La amnistía. El «extrañamiento» a Bruselas. La libertad. Y la lucha política renovada. La fundación de HB, en la presentación de cuya Junta de Apoyo aparece ante el micrófono. Gorostidi también estaba en febrero de 1981 entre los junteros independentistas que recibieron al Rey español entonando el ‘‘Eusko Gudariak’’.

A Gorostidi esa predisposición a la lucha todavía le iba a pasar duros peajes personales. A principios de 1980, el Gobierno de la UCD buscaba una vía para abrir un diálogo con ETA. Gorostidi acudió a la estación de tren de Biarritz para transmitir la oferta a Txomin Iturbe y Eugenio Etxebeste, dirigentes de ETA. Cuando los tres hablaban dentro de un coche, un policía francés disparó cuatro veces a la luna frontal. Un disparo rozó en la sien a Iturbe. Los tres comenzaron a huir. Cuatrocientos metros más adelante fueron detenidos, después de que Iturbe recibiera un impacto en una pierna.

Gorostidi fue una de las caras visibles de la interlocución de la izquierda independentista en aquellos primeros años de los 80. Cum- plió esa labor en las reuniones con el PNV, y también lo hizo, en este caso junto a Santi Brouard, en un encuentro con Pierre Guidoni, por aquel entonces embajador francés en Madrid. El objetivo de esta reunión, registrada poco antes de que mataran a Brouard en una acción de guerra sucia, era de nuevo tratar de abrir un camino hacia la resolución.

A inicios de los 90, Jokin Gorostidi se implicó con fuerza en la necesaria labor de apoyo a los refugiados y deportados vascos. Africa, Centroamérica... En abril de 1993, después de un viaje a Cabo Verde, ingresó en estado muy grave a consecuencia de una neumonía causada por la legionella. Pasó 55 días en coma.

Años después, el juez Baltasar Garzón bucearía en esa época para encontrar un motivo de acusación contra Gorostidi. Lo incluyó en el sumario del «caso 18/98», y precisamente el lunes debía declarar como imputado. Se le acusaba de relación con Xaki desde 2000, cuando compareció voluntariamente en la Audiencia Nacional y se le impuso una fianza de 30.000 euros. El fiscal pedía contra él 15 años de cárcel.

No fue aquella su última detención. En diciembre de 2003, el mismo juez decidió arrestarlo argumentando que había participado como mediador en el cobro del «impuesto revolucionario». Entonces quedó libre con una fianza de 18.000 euros. -

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