La central José Cabrera, sita en la localidad de Amohacid de Zorita, en Guadalajara, dejó de funcionar ayer. Con el apagón, producido a las 23.30, se ponía fin a la historia de una central que ha estado en activo durante 38 años.
El cierre de Zorita fue acordado en octubre de 2002, tras una votación en el Congreso de los Diputados, aunque no se ha materializado hasta cuatro años después. Ese año el Gobierno del PP prorrogó el permiso de explotación de la central, a instancias de la compañía eléctrica Unión Fenosa. No era la primera vez que esto sucedía. La empresa adjudicataria de Zorita pidió en 1999 seguir explotando la central hasta 2008. En respuesta a dicha solicitud, el Ministerio de Economía le concedió de plazo hasta 2002, aunque al llegar la fecha en que expiraba el permiso le concedió una nueva prórroga, en la que ya se fijaba como día de cierre definitivo para la central José Cabrera este 30 de abril de 2006.
La instalación clausurada forma parte, junto a las de Vandellós I y la de Garoña, de las centrales de primera generación. Tras el precedente desmantelamiento de la central tarraconense, a raíz de un grave accidente, y con la paralización programada ahora de Zorita, la instalación nuclear de Santa María de Garoña, situada en tierras burgalesas pero próxima a Araba, queda como la única en activo.
Aunque la central de Garoña lleva funcionando ya 35 años y diversos informes la definen como una instalación obsoleta cuyos materiales acusan fatiga, la compañía que explota la central, Nuclenor, quiere seguir con el negocio cuando expire el actual permiso, en julio de 2009. El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) deberá informar entonces sobre dicha solicitud que, en pura lógica, debería ser rechazada, entre otros motivos, porque el alargamiento de la concesión situaría fuera de normativa a la central, al sobrepasar los 40 años de actividad. Por lo demás, Garoña no es clave en cuanto a producción energética. La central aporta en el presente un 1,5% de la electricidad producida en el Estado español, un porcentaje equiparable a la electricidad que se produce en la provincia de Burgos mediante instalaciones eólicas.
Sin embargo, el motivo que debe imperar sobre los demás a la hora de acordar de una vez por todas el cierre de la última central es que la energía nuclear no es segura y, por ello, es rechazada por los ciudadanos. Esa activación social será fundamental para hacer posible echar el candado en Garoña. -