(Recordando a Jokin, asiduo lector de estas notas y
compañero ejemplar)
Preocupan estas aguas de calma chicha donde ha fondeado el buque insignia de Zapatero. Pero aún preocupa más la resaca de los fondos marinos. Movimientos amenazantes que pudieran degenerar en marejadillas o en demoledores tsunamis, ya conocidos.
A medida que pasan los días aprecio más coincidencias con los años que parieron el actual modelo autonómico. También entonces un presidente español desbordó el discurso agotado de la derecha y acometió la necesaria reforma del Estado. Sus tesis crisparon a los franquistas, que primero lo tildaron de vendepatrias y, una vez conocido el itinerario, se subieron al tren. Aquel nuevo discurso también impactó en los nacionalistas que creyeron tener al alcance de la mano sus viejos sueños de soberanía. Ebullición de esperanzas que el Estado y sus socios intentaron ahogar. Hoy Zapatero, como ayer Suárez, ha marcado las reglas del juego: el reglamento no contempla el derecho de autodeterminación. Los debates preautonómicos definieron quién tenía la última palabra. Cualquier pretensión nacional que mermase la única soberanía posible sería pulida. Lo ocurrido con el Estatut es prueba evidente de que la cepilladora del Estado sigue funcionando. El modelo se generalizó para desvirtuar la soberanía de las nacionalidades históricas. Suárez legalizó a Carrillo para que apoyase la implantación autonómica en todo el Estado. Zapatero honra a Llamazares porque éste le ayuda a reeditar en Andalucía los deslavados conceptos del Estatut.
El PNV del 77, como ahora Ibarretxe, apeló a los derechos históricos. El Estado recogió su demanda en un anexo constitucional y pactó con ellos el reparto de poderes. El PNV no hizo ascos. Amplios sectores vascos intentaron en Txiberta crear un frente democrático, soberanista y plural. El PNV ¡mal endémico!- se desvinculó. Los Imaz de entonces fueron nombrados mayordomos predilectos de España. Los que destacan en el campo soberanista, hoy como ayer, continúan sometidos al castigo cruel y disuasorio. Navarra sigue siendo baluarte del imperialismo español. Amadeo Marco y Sanz rebuznan las mismas insensateces. Lo suyo es crispar a la sociedad y convocarla a la guerra. Cualquier intento de solución es una amenaza para su navarrismo fascista.
Espero que el PSOE haya aprendido de la historia y vaya al fondo del problema. Volvería a encontrarse con la resistencia popular si sólo pone al día la reforma de Suárez. -