BILBO

«Queremos hablar de un país que crezca en clase social ­afirmó­, en el que todos avancemos en nuestra calidad de vida, porque Euskadi no es un país maravilloso, como nos quieren hacer creer algunos, es un país con problemas y desigualdades, con altas tasas de precariedad, desempleo y siniestralidad».

Josu Onaindi participó junto al secretario general de UGT-Euskadi, Dámaso Casado, en la manifestación conjunta que discurrió bajo el lema «Por la paz. Empleo estable en Igualdad». Tras la cabeza, marchó CCOO, con pancartas en contra de la precariedad, en defensa de los derechos de los trabajadores y de la igualdad de derechos para todos. A continuación, detrás de pequeños grupos de PCE-EPK, IU y de trabajadores de Fertiberia, desfiló el bloque de UGT.

Según su diagnóstico, en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa «tenemos una negociación colectiva difícil, con una patronal de las más arcaicas delEstado y con algún sindicato que está impidiendo que la negociación colectiva sirva para solucionar los problemas de los trabajadores». Por eso, recordó que la labor de los sindicatos es resolver esos problemas de la clase trabajadora y «no enquistarnos en batallas», en referencia a ELA.

Dámaso Casado acusó también a esta central de «chantajear» alDepartamento de Trabajo de Lakua e impedir la apertura de diálogo social. «Nos gustaría que en Euskadi hubiera diálogo social, pero la Consejería de Empleo es autista, está fuera de la realidad de los trabajadores y está cediendo al chantaje permanente de un sindicato», señaló, al tiempo que destacó los «frutos» que éste está dando en el Estado español.

Allí, según dijo, la próxima semana CCOO y UGT firmarán con la patronal CEOE y el Gobierno español el acuerdo sobre la reforma laboral. Un acuerdo que, en opinión de Casado, va a «intentar reducir la temporalidad, va a controlar la subcontratación y el encadenamiento de contratos y va a permitir que todos los trabajadores tengamos los mismos derechos y trabajemos en igualdad de condiciones». Además, va a posibili- tar la lucha contra los accidentes laborales, porque, recalcó, «precariedad es sinónimo de siniestralidad».

Criticó que la actitud de Lakua obliga a los trabajadores a salir a la calle a defender sus derechos. Una tarea para la que tanto Casado como Onaindi abogaron por la unidad sindical, respetando la diversidad. «Desde la unidad ­añadió Casado­ tenemos que conseguir que el Gobierno vasco se siente a una mesa a negociar».

Ahondó en sus críticas a Lakua, a la que atribuyó la falta de una política industrial «seria» que impida la deslocalización y luche por el empleo. Llamó a los trabajadores a afiliarse en sindicatos de clase para avanzar en la lucha obrera y hacer frente a una patronal «crecida y prepotente que nos quiere llevar a principios del siglo XX con sus intentos de individualizar las relaciones laborales».

Ambos secretarios generales destacaron la situación de «esperanza» surgida tras la declaración de alto el fuego de ETA y subrayaron que el Primero de Mayo, en palabras de Onaindi, debe ser una jornada de solidaridad con todos los trabajadores del mundo y con quienes «sufren en sus carnes este mundo tan desigual e injusto», en referencia a inmigrantes, discapacitados, mujeres y jóvenes.

El conflicto de VW centró los discursos en Nafarroa

IRUÑEA

El conflicto laboral en Volkswagen Navarra fue ayer el eje de los actos que con motivo del Primero de Mayo celebraron, de forma separada, CCOO y UGT en este herrialde. José María Molinero (CCOO) defendió la capacidad productiva y rentabilidad de la planta de Landaben y apeló a la «responsabilidad» del Gobierno navarro frente a su «alineamiento» con la dirección en el «desprecio a la plantilla». Juan Antonio Cabrero (UGT) reclamó para Nafarroa un plan industrial consensuado con los agentes sociales ante «el momento delicado que atraviesa el sector industrial», que en 2005 perdió más de 3.000 empleos y cuyo mayor exponente es la crisis de Volkswagen.

Molinero recordó el gesto realizado hace tres años por los trabajadores de VW, cuando redujeron sus salarios para solucionar el excedente de mano de obra y criticó que la dirección no reconozca ahora aquel esfuerzo y pretenda reducir la producción al no haberse llegado a un acuerdo en torno al convenio.

Aseguró que la actitud de VW es «la de negar el derecho a la negociación, es la amena- za y el chantaje, es la presión, es el desprecio a lo más importante que tiene, su plantilla».

Para evitar que las amenazas de VW se hagan realidad, Cabrero instó en Viana al resto de sindicatos de la planta a que «reflexionen ante una realidad que es tozuda, pero que es así y respecto a la cual la multinacional ha dicho ya la última palabra».

CCOO y UGT se movilizaron también, aunque de forma conjunta, en Gasteiz y Donostia.