Miguel Sanz y su partido han disfrutado en los últimos años de una posición de privilegio que le ha permitido hacer piruetas a su antojo sobre la cuerda floja de la situación política y económica de Navarra.
El equilibrio necesario para gestionar a su antojo los recursos y las subvenciones públicas y las políticas de ordenación del territorio, industrial y ener- gética y relaciones laborales han contado con los contrapesos de lo que él considera el motor económico del territorio, la multinacional Volkswagen y el de su antivasquismo visceral.
La cuerda para evitar los riesgos ha sido conveniente y provechosamente sostenida por una asociación empresarial de derechas CEN y unos sindicatos supuestamente de izquierdas CCOO y UGT, adecuadamente subvencionados. Y ha contado con una oposición inofensiva (PSN) que pretendía rivalizar en claves de derecha con los genuinos propietarios de la marca de la casa.
Pero, entretenido en las piruetas, Sanz no ha querido percatarse de que también sus contrapesos tienen fecha de caducidad. La multinacional del automóvil hace tiempo que anda enredada en las deslocalizaciones productivas y está dispuesta a trasladar su producción donde más rápidos beneficios obtenga, aunque éstos provengan de su división financiera (movimiento de capitales, inversiones especulativas y estas cosas) y la sociedad navarra tiene la suficiente madurez política para darse cuenta de que el equilibrista quizá esté bien para cuestiones de circo, pero tiene problemas para poner los pies en el suelo.
Tropecientos años de gobierno plenipotenciario de UPN han puesto en venta el tejido productivo de Navarra del que se han apoderado las empresas multinacionales, el sector público ha ido perdiendo peso y capacidad de liderazgo tanto en las políticas económicas como en las inversiones productivas y se está produciendo una creciente desconvergencia con Europa en materia de protección social, sanidad y educación.
Las sucesivas legislaturas del partido de Sanz han propiciado una escasa diversificación industrial, un raquítico desarrollo de las inver- siones en I+D+i, una sobreutilización del transporte privado y del consumo energético, un ferrocarril obsoleto, una desvertebración social creciente que priva de servicios sociales a las zonas rurales y reduce los de los núcleos urbanos, mala gestión de la biodiversidad, especialmente en la zona de la montaña, crecimiento de las superficies improductivas y extensión desordenada de la vivienda y la movilidad. Por otro lado, Navarra se caracteriza por ni siquiera haber adoptado un plan que aborde la igualdad entre hombres y mujeres.
Y lo más grave de todo es que esta pésima gestión de los recursos públicos se ha hecho utilizando la exclusión de la ciudadanía en la toma de decisiones, la expulsión de aproximadamente el 45% de la representación sindical en la confor- mación del modelo de relaciones laborales, el desprecio respecto a la riqueza cultural y lingüística de Navarra y la utilización de las fuerzas de orden público disponibles para impedir y sofocar las protestas.
La opción política elegida por los sucesivos gobiernos de UPN y la política económica clientelista y de cazo heredada de Urralburu, Otano y el PSN, consistente en dar recursos públicos a las multinacionales y recoger impuestos no siempre públicos, ha tocado fondo y parece que quienes más se han beneficiado tienen nuevos intereses.
El equilibrista que en estas materias tan importantes ha perdido el tiempo y no ha sido capaz de impulsar y consensuar alternativas para un modelo de desarrollo de Navarra social y medioambientalmente eficiente, basado en un tejido productivo de cualificación, de valor añadido, participativo y sectorialmente coherente, pretende ahora echar las culpas de su torpeza a quienes hemos sufrido en nuestras carnes las imposiciones, las exclusiones y los palos. ¡Eso es mas viejo que el TBO!, señor Sanz, lo utilizó un señor bajito para organizar su dictadura, lo utilizan sus socios políticos para ganar las elecciones en España y lo pretende utilizar usted para justificar que se ha quedado con las vergüenzas al aire sobre la cuerda floja.
No se invente historias Sr. Sanz, ha llegado la hora de que en Navarra se haga política económica real en beneficio del conjunto de los ciudadanos y ciudadanas, ha llegado la hora de recuperar nuestra lengua y las sinergias favorables para nuestra economía, lo que supone la coordinación de estrategias con el conjunto de los territorios de Euskal Herria, y es hora de que las navarras y los navarros decidamos nuestro futuro.
Parece lógico pensar que nuevas oportunidades requieren nuevos protagonistas y que la sociedad navarra necesita un cambio de aire en los rectores políticos. Las trabajadoras y trabajadores de Navarra tenemos mucho que decir y lo vamos a seguir haciendo para defender el tejido productivo de Navarra, desarrollar un espacio de rela- ciones laborales, participativo, democrático y con plena capacidad normativa, un modelo de sociedad basado en el equitativo reparto de la riqueza, la igualdad de oportunidades de hombres y mujeres y un sistema propio de protección social, que garantice las pensiones públicas y unos servicios sociales públicos de calidad.
Si alguien decide seguir haciendo el caldo gordo al equilibrista o busca otro de semejante perfil, que sepa que seguirán como D. Miguel, haciendo equilibrios en la cuerda floja y con los contrapesos que le apoyan con fecha de caducidad. -