«La anchoa es una especie única en el mundo que tenemos que preservar»
Esta semana se ha producido un giro en la costera de la anchoa, con un total de 400.000 kilos capturados, el doble que lo pescado durante toda la campaña de 2005. La esperanza, aunque relativa, ha vuelto a los arrantzales, pero Jaime Tejedor advierte sobre las artes que están esquilmando el recurso e insta a Europa a preservar una especie «única en el mundo».
El presidente de la Federación de Cofradías de
Gipuzkoa, Jaime Tejedor, asegura que en los últimos días se está pescando
anchoa, ejemplares de mayor tamaño y precio, pero asegura que éstas sólo van a
salvar la costera de quienes están haciendo importantes capturas, mientras que
para el resto las pérdidas están asegura- das. Además, el encarecimiento del
gasóleo ha agravado la situación y duda de que la cercana campaña del bonito,
que afrontan con «un sabor bastante amargo», pueda paliar la crisis.
Mediada la costera de la
anchoa, ¿qué valoración le merece el desarrollo de la campaña?
Es una situación muy atípica después del cierre
de la pesquería del año pasado y de las discusiones en torno a su apertura. El
18 de abril se realizaron las primeras capturas y al día siguiente, muy poquito.
A raíz de ahí tuvimos un parón importante de diez días, en los que no se cogió
nada. A partir de día 5 de mayo empiezan a realizarse nuevas capturas, lo que
nos está dando un poco de esperanza. Es una anchoa que no es la que creíamos que
aparecería, la del año, sino adulta, de dos o tres años, que tiene un buen valor
en el mercado y cuyo destino es la conserva. Por eso, aunque las capturas son
pequeñas, el precio es interesante. La duda que tenemos tanto los científicos
como nosotros es dónde está esa anchoa más pequeña que, aunque tiene menor
valor, es la que va a asegurar el futuro de la pesquería. Esperamos que en un
plazo de diez o quince días, con el calentamiento de las aguas, empiece a
aparecer.
¿Esto va a permitir salvar
la costera?
Algunos barcos, que están capturando 100 ó 200
cajas de 11 kilos pueden defenderse, pero muchos barcos no cogen nada o apenas
15 ó 20 cajas. Además, hay un factor añadido, el precio del combustible. Los
barcos llegan a puerto, descargan y vuelven a salir y fuerzan el motor para
recorrer mayores distancias, y en la zona de pesca no paran de moverse buscando
anchoa, lo que aumenta el consumo. Por eso, algunos, si continúan las capturas
como hasta ahora, podrán salvarla, pero para muchos va a haber pérdidas. Además,
quien menos pesca consume más gasóleo porque anda para un lado y para otro. Se
ha abierto una relativa esperanza, pero esta anchoa grande puede desaparecer de
un día para otro.
¿Se sigue contemplando la
posibilidad de pedir un nuevo cierre de la pesquería?
La semana pasada estábamos sopesando un posible
cierre y solicitamos una reunión urgente al secretario general de Pesca. Además,
estamos pendientes de los informes de los científicos, que se están aproximando
a la zona donde pescan nuestros barcos. Estamos en un momento en el que existe
esperanza. Lo grave sería que desaparezca esta anchoa grande y no aparezcan los
ejemplares más pequeños.
¿La escasez de capturas con
respecto a otros años avalaría la tesis de que la apertura de la pesquería fue
prematura?
Es una cuestión muy discutible. Las
declaraciones del consejero Gonzalo Sáenz de Samaniego en ese sentido están
alejadas de la realidad y han sentado bastante mal al sector. Si la pesquería no
se hubiera abierto, que era lo que todos, incluidos nosotros, pedíamos, y en
julio, en base a un informe, se abre, el 99% de la pesca sería para los
franceses, porque nosotros nos iríamos a pescar túnidos que es nuestra costera
principal. Francia hubiera pescado lo de ellos y lo nuestro. Si hay pesca
continuaremos y si no la hay, pediremos el cierre, que, además, según los
informes, podría ser de todo el año y sería para todos. Si hay que parar dos
años, se para, pero sin que pesque nadie.
¿Qué resultados esperan de
las mediciones que está realizando Azti-Tecnalia sobre la pesquería de la
anchoa?
La confianza nos la dan las capturas. Los
científicos reconocieron hace poco en una reunión que saben muy poco de la mar y
el pescador sólo sabe lo que ha vivido. Si científicamente no se conoce la mar,
vamos a ciegas, y en el siglo XXI es anacrónico. En esa reunión, el Gobierno
vasco, Azti-Tecnalia y las cofradías se comprometieron a hacer un proyecto para
el mejor conocimiento científico de la anchoa en el ciclo completo. Es un
desafío científico al conocimiento de la reproducción de la anchoa, pero será
bueno para gestionar mejor el recurso, aunque es cuestión de años. Con las
mediciones de ahora esperamos que nos digan cuánta anchoa ha quedado de esa
biomasa de otoño que era superior a la de años anteriores. Tenemos que saber
mucho más de lo que sabemos. De una vez por todas, Europa tiene que darse cuenta
de que la anchoa es una especie de una calidad única en el mundo y hay que
tratar de preservarla y no esquilmarla.
Y ¿qué habría que hacer?
Una cosa muy sencilla. Cada flota debe tener
presente que se tiene que adaptar a la cuota y el recurso que tiene. No se puede
tener una flota para capturar mil cuando su cuota establece que sólo puede coger
tres. Eso es sobreexplotar y quien paga los platos de lo que se está haciendo en
Europa es el que piensa en el mañana, en preservar el recurso y en tener una
flota sostenible. Cada día creo menos en Europa. El Consejo de Ministros tenía
que haberle dicho a Francia que tiene que desguazar el 90% de los ochenta barcos
pelágicos que tiene dedicados a la anchoa y que vea cómo adaptar el resto.
¿Las flotas de Bizkaia y
Gipuzkoa no tienen ninguna responsabilidad en esta situación?
Quien hace más capturas de las que corresponden
a su cuota es responsable de la sobreexplotación. Además, nuestro sistema de
pesca es quizá arcaico, pero también racional con el recurso. Cuando la pesca
está a determinada profundidad, nuestro sistema no lo pesca. Si usáramos el
sistema francés, la anchoa habría desapare- cido, porque es esquilmador al 100%.
Francia sólo tiene una cuota del 10% y captura el 200%, con un sistema de pesca
que sobreexplota el recurso. Si le hacen parar y no pesca ni un kilo más que su
cuota, el recurso se recuperará y nosotros tendremos futuro.
¿Son los informes
científicos o los intereses políticos y comerciales los que marcan las pautas?
Siempre hemos defendido que tienen que
establecerse TAC analíticos y no TAC políticos, y hasta ahora todos han sido
políticos. No hacen caso ni a científicos ni a pescadores. Si Europa fuera una
sociedad de estados, donde se velara por cuestiones fundamentales como el
ecosistema o el medio ambiente, a todos nos iría mejor, pero es una sociedad
mercantilista en la que quien tiene más poder avasalla al más pobre o menos
poderoso. Cuando la famosa «guerra de las volantas», después de muchas batallas,
se llegó a un punto de encuentro y el país que iba a inclinar la balanza era
Luxemburgo, que no pesca. Con la anchoa ha pasado algo parecido, fue Francia la
que movió la balanza y un país que se situó con ella fue Bélgica, que nada tiene
que ver con la anchoa. Cuando se discuten cuestiones que afectan a países
concretos no deberían intervenir quienes no tienen intereses directos.¿Cree que está en peligro
la anchoa en el Cantábrico?
No debería de estar en peligro. Es una especie
única en el mundo, no es algo que se hace a troquel o que se pueda criar en
piscifactoría y habría que preservarla. Primero, por una cuestión ecológica y,
segundo, porque mucha gente depende de ella. Quiero pensar que la decisión del
año pasado no va a ser en balde y si este año hay que hacer lo mismo, se hace.
Hemos apostado por un futuro, la pesca de bajura es más bien familiar y hay
gente que se ha empeñado hasta las cejas y si te ocurre esto, la desgracia de lo
que ha ocurrido con el verdel y el precio del combustible... la situación no es
nada halagüeña. Pero nosotros apostamos por el futuro de la especie y aceptamos
lo que nos digan los científicos. La anchoa tiene una reproducción tan rápida
que su futuro está asegurado si todos somos condescendientes y pescamos con
racionalidad, y si Francia se da cuenta, de una vez por todas, de que no está en
el buen camino. Tenemos que ser sensatos, sobre todo los políticos. ¡Ya es hora
que ejerzan la responsabilidad que tienen! Quiero tener esperanza y voy a luchar
para que no peligre la especie.
¿Cómo afrontan el inicio de
la campaña del bonito tras los malos resultados de las costeras del verdel y la
anchoa?
En 2005 nos salvó el año. Fue bueno de capturas,
pero vendimos más barato que cinco años antes. ¿Cómo me pueden cuadrar las
cuentas si estoy vendiendo más barato y, además, el gasóleo sigue subiendo?
Madrid no cumplió su compromiso de las ayudas, todavía estamos pendientes de las
sanciones que nos quieren imponer por el bloqueo de puertos... así que la
campaña la afrontamos con un sabor bastante amargo. El Gobierno español nos
decía que Bruselas no dejaba margen para las ayudas y en las reuniones que se
realizaron, el bloque de países que decía no a las ayudas estaba integrado por
los estados que están arrasando la mar, y no para comer. Así se escribe la
Historia y, por eso, cada día creo menos en en Europa. Tenemos que luchar con
artes diferentes, flotas diferentes y países diferentes y, según algunos, todos
somos europeos. Por eso el panorama del bonito no se nos presenta muy bueno,
porque el tema del gasóleo es un parte esencial de los gastos de la flota. Los
consumos de nuestra flota son de una media de 250.000 litros anuales. Hace dos
años para cubrir ese gasto había que ganar 190.000 euros y, ahora, 460.000
euros. -
«Estamos atravesando la mayor crisis de la historia en la flota de bajura, que se inició con el Prestige»
Jaime Tejedor reconoce su desencanto al ver cómo se toman en Europa las decisiones que les afectan, pero sigue pensando que, a pesar de la crisis, el futuro está en la flota de bajura. ¿Es pronto para preguntar cómo esperan
acabar el año? Es muy difícil saberlo, sobre todo viendo que el gasóleo
no para de subir. Estamos pasando la mayor crisis de la historia en la flota de
bajura. Esta situación se inicia con el naufragio del Prestige en 2002 y
desde entonces han venido los problemas uno tras otro.
Usted ha dicho que los arrantzales se
encuentran con «la soga al cuello». ¿Cuál es la salida? ¿Apuesta por un plan
integral para el sector? No lo comparto. Cada barco es una empresa y cada puerto tiene su idiosincrasia. Cada uno tiene su forma de ser y su mercado. Algunos se han hipotecado de cara al futuro y otros han decidido no hacerlo. Tenemos dos caballos de batalla: los recursos y el mercado, que tienen que ir unidos para que uno no se lleve a pique al otro. Lo que ocurre es que estamos en un mundo globalizado y si Europa no tiene una política pesquera acorde a los recursos se rompe el esquema. Primero hay que tratar bien el recurso y luego trabajar el mercado, dando a nuestro producto un label de calidad, para que sea apreciado. ¿La solución son las ayudas? No queremos ayudas. Nos rebelamos. Para asegurar el futuro hay que establecer una política pesquera acorde a los recursos. Bruselas le tendría que haber dicho a Francia: «tiene una flota sobredimensionada, no tiene recursos, con su cuota y la situación de la anchoa no le llega ni para dos barcos y tiene que desguazar». Es lo que han hecho con la flota española de merluza, ¿por qué no con Francia? La única flota que tiene futuro es la de bajura, siempre que se hagan los deberes: que exista una política pesquera en base a los recursos y un mercado europeo del pescado. Queremos pescar, tener ingresos dignos y dignificar nuestro trabajo. Hay futuro. Todos piden responsabilidades a Bruselas,
pero ¿no se pueden adoptar medidas acordes a las necesidades del
sector? La competencia es de la UE, pero cada estado debería defender lo suyo, aunque el mercantilismo y el intercambio de cromos es lo que marca las pautas. Cuando el Consejo de Ministros negocia sobre pesca está negociando también sobre otras cuestiones. A veces me desencanto. M.I.
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