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Gara > Idatzia > Kultura 2006-05-16
Iñaki URDANIBIA
Alexandre Zinoviev, homo sovieticus
El miércoles día 10 falleció en Moscú el sociólogo y escritor ruso, protagonista de disidencias varias, Alexandre Zinoviev. Pensador incómodo, herético en su disidencia, iconoclasta y crítico tajante, también, de la perestroika de Gorvachov, pues ­según él­ suponía perder todas las conquistas logradas.

No se ha de confundir, por la coincidencia de apellido, al disidente ahora fallecido con Grigori Radomolsky que fue uno de los miembros destacados del comité central del Partido bolchevique en tiempos de Lenin, quien posteriormente fue fusilado, como Bujarin, Kamenev, Rykov, Tomski (sin olvidar al pioleteado León Trostki, o a otros suicidados), tras haber confesado sus enormes crímenes («intento de derrocar el Estado soviético» o participar en la «confabulación hitlero-trotskista») en aquellos procesos moscovitas de infausto recuerdo que se desarrollaron entre 1937 y 1939.

Nacido en 1922, Alexandre Alenxandrovitch Zinoviev, se doctoró en filosofía, pasando a ser profesor de la Academia de las ciencias finlandesa. Sus obras iniciales estuvieron dedicadas a la filosofía, la lógica matemática y la lingüística, apareciendo sus trabajos en las más destacadas revistas alemanas y angloamericanas. Siendo todavía un adolescente fue detenido por criticar a Stalin (más adelante, según sus propias aclaraciones, lo que pretendía realmente, con sus camaradas, era atentar contra la persona del «gran padre de las patrias»), en 1939. Años después, en 1956, ya con Kruchev en el poder, en tiempos del celebérrimo informe al XXº congreso del PCUS sobre el «culto a la personalidad» y la denuncia de los crímenes cometidos por Stalin y demás tovariches, no se le ocurrió otra cosa que pronunciarse a favor del criticado, por representar verdaderamente la voluntad popular, y no como los dirigentes kruchevistas que no hacían sino echar por la borda todas las conquistas sociales logradas por el pueblo soviético. con motivo de tales intempestivas declaraciones fue detenido de nuevo.

Excluido del PCUS

La publicación, en 1976, en Lausana, de una novela que obtuvo un enorme éxito, “Hauteurs béantes” (Alturas abiertas), le supuso su exclusión del Partido comunista (la separación de todas sus funciones como catedrático en la universidad de Moscú, y la privación de todos sus diplomas académicos) y posteriormente vino su exilio en Alemania. Más tarde llegaron otras obras, la novela “L´Avenir radieux” (Radiante porvenir), y los ensayos “Le communisme comme réalité” , u “Homo sovieticus”. Siempre sin abandonar su lengua materna, el ruso. Difícilmente asimilable al retrato-robot del disidente dócil y que repite infatigables loas al mundo capitalista, Zinoviev criticaba el autoritarismo del régimen soviético, al tiempo que reconocía que «a pesar de todos los horrores, el estalinismo fue un auténtico poder del pueblo», al tiempo que destacaba que en aquellos años la promoción, sin precedentes en la historia de la humanidad, de gentes que provenían de las capas populares a puestos que generalmente estaban reservados a los miembros de las clases dominantes: escritores, ingenieros, profesores, médicos, investigadores, etc., fue un hecho regular y no una excepción (como su propio caso, ya que provenía de una familia campesina no acomodada). Destacable, igualmente, y suponiendo una radical diferencia en los análisis de la sociedad soviética su negativa a emplear el término «totalitarismo», ya que a pesar de tener algunos puntos en común la sociedad soviética con la sociedad alemana nacionalsocialista, tal término supuestamente englobante no hacía justicia a las particularidades de cada uno de los regímenes comparados: el alemán era una continuación de la política propiamente occidental capitalista ­por arriba, por las cimas del poder burocrático estatal­ mientras que el soviético mantenía unas particularidades propiamente eslavas e impulsadas desde abajo, desde las masas populares.

En sus libros se sumerge en medio de la sociedad soviética y la analiza desde dentro, por medio de personajes que entrecruzan sus opiniones entre el sí y el no al «porvenir radiante de la humanidad, el comunismo». En medio de los diálogos de los personajes de sus novelas, pueden hallarse discusiones sobre el marxismo, sobre la cotidianeidad de la vida en Moscú (colas, carencias, traiciones, elecciones a distintas academias, etc.), siempre recurriendo al retrato de situaciones chirenes y alcanzando las más altas cotas del barroquismo en su prosa y en las situaciones expuestas.

La esencia del regimen

Si estas características asoman en su obra literaria, después ­preparado el escenario de la vida real­ en sus obras de ensayo su tarea va a ser desvelar, en constante debate con los supuestos especialistas en sovietología, la verdadera esencia del régimen implantado en Rusia: plasmación de un deseo plenamente popular anclado en un ancestral «comunitarismo» que lleva a poner por encima de los individuos los proyectos colectivos, desembocando en un hormiguero en el que los ciudadanos aceptan la «servidumbre voluntaria» (de la que hablase el amigo de Montaigne, Etienne de La Boètie y tanto preocupase también a Spinoza) en aras del beneficio común; Zinoviev alerta a los humanos para que no se dejen llevar por algunos de los más inconfesables sentimientos que anidan en sus raíces y que pueden llevar a la delación, a la mentira o a la envidia, partiendo de que todo el supuesto derecho que allá funcionaba no era más que una amplio cachondeo, ya que «una sociedad cuyo eslogan oficial es que los intereses del pueblo están por encima de los intereses de los individuos, es una sociedad sin Derecho». Pensador incómodo, herético en su disidencia, absoluto iconoclasta, y crítico tajante, también, de la perestroika de Gorvachov y compañía, pues ­según él­ suponía perder todas las conquistas logradas, a pesar de los pesaresŠHacía siete años que había vuelto de su exilio y su mirada crítica sobre la deriva actual de su país seguía exponiéndola sin tapujos: «la implosión de los sistemas socialistas en los países del ex-bloque soviético y en la URSS no ha conducido a una extensión de la democracia de tipo occidental, sino a una expansión de Occidente, salido victorioso de la guerra fría y dirigiéndose hacia un totalitarismo de un género particular. -


 
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