Izaskun Garikano - Responsable de ELA de Sanidad
Osakidetza: parches y conflicto
Osakidetza sigue en conflicto. Las jornadas de huelga están convocadas en demanda de unas mejores condiciones de trabajo que permitan ofrecer una atención de calidad. Cuanto más se habla de calidad, con mucho boato cada vez que se concede una Q, es cuanto más se necesita en el sistema sanitario. Ni usuarios, ni quienes acudimos diariamente a nuestros centros de trabajo encontramos la calidad. Ha debido de saltar por la ventana, exhausta y ago- biada por la falta de inversiones y la presión ejercida sobre cada uno de nosotros que vivimos con unas cargas de trabajo asfixiantes, cada vez menos reconocidos y en peores condicionesSólo los gestores de la sanidad y nuestros políticos, que se actualizan el sueldo año a año y que proceden a la desmantelación de la sanidad pública mediante la privatización incesante de servicios (el decreto sobre listas de espera es un claro ejemplo), ven la calidad en el sistema. Desde luego no la encuentran en los entre seis y dieciocho meses de lista de espera para una intervención. Tampoco en el médico de familia que ve a 52 pacientes por día, o en el personal que se ve obligado a cubrir a su compañero ausente, en la falta de camas o en el colapso de las urgencias y los servicios de cita previa. Sólo hay un factor en el que se encuentra esa calidad, y es en el trato que, pese a las condiciones, ofrecen los y las trabajadoras. Al parecer, estos gestores creen que este factor viene de serie, y es precisamente el que no quieren valorar, ni compensar.
Dos objetivos de los gestores de la Sanidad
A la vista de los resultados en Osakidetza, los objetivos de los gestores, y para los que se han empleado a fondo, han sido dos: desincentivar a las personas que han creído en los valores de una buena sanidad pública. Su práctica ha sido desmotivar y frustrar, llevándoles al convencimiento, a través de una mala gestión, de que nada puede cambiar. El segundo objetivo ha sido, ya con el campo libre, proceder a la desmantelación de los servicios sanitarios públicos. Paulatinamente ha disminuido el peso del gasto público sanitario: en la década de 1995 a 2005, el porcentaje de PIB dedicado a la sanidad ha descendido del 4’5% al 4’2%. Esto, en términos monetarios supone que en 2005 se gastaron 172,5 millones de euros menos que en 1995 en el sector, diferencia que se repite cada año. En 2006 sigue empeorando, ya que para mantener el porcentaje de inversión de 2005, ya claramente insuficiente, se le tenía que haber dedicado a sanidad 78’5 millones de euros más de los que se le destinaron en el proyecto de presupuestos.
Junto con la falta de inversiones, han decidido no abordar los problemas de falta de plantilla que posibiliten cubrir la demanda incesante (la actividad ha crecido más de un 16%, mientras la plantilla no ha sufrido cambios). Esta situación frustra a los y las trabajadoras, a quienes obliga a trabajar en condiciones insoportables (el índice de insatisfacción en algunos hospitales es del 70%). En consecuencia, los servicios se ven colapsados y se plantea, como única alternativa posible, el paso de esos servicios a la privada.
Osakidetza, el gobierno y la política de parcheo
Esta ha sido la estrategia de los últimos años, bien marcada desde las instancias políticas más altas. En los movimientos más tácticos han utilizado la política del parcheo. El acuerdo sindical minoritario 2005 es un parche. No resuelve ninguno de los problemas de fondo: la falta de plantilla, los más de 8.000 trabajadores precarios que de manera habitual están en el sistema, la falta de camas, la masificación de los servicios y las listas de espera. Cuando un colectivo se mueve, la práctica de Osakidetza es acallarle, aunque lo que se le vaya a dedicar suponga un agravio con respecto al resto. El reparto arbitrario de lo que se dedica al personal pretende la desunión entre los y las trabajadoras, de modo que no tengan perspectiva de conjunto y de pertenencia al mismo sistema sanitario, sufridor de unas políticas neoliberales y economicistas. El movimiento hecho por Osakidetza en los últimos días es otro «movimiento-parche». Se anuncia una Oferta Pública de Empleo de 4.000 plazas. La estabilidad en el empleo es fundamental, pero esta oferta pública deja fuera a otros casi 5.000 trabajadores precarios que de forma continuada trabajan en Osakidetza. Si hoy hubiese una oferta pública de empleo de 8.000 plazas no se solucionarían los problemas de falta de plantilla, porque estas personas están todos los días trabajando. Es más, una oferta pública de esas características no tendría coste para la Administración, más allá de los costes de gestión, porque a todos ellos se les paga el salario todos los mensualmente. ¿Por qué no quieren que la gente trabaje sin incertidumbre ? Lo dicho, un parche y nada más.
Dos modos de hacer frente a la ofensiva
neoliberal sanitaria Ante esta situación, desde la perspectiva sindical hay dos opciones: intentar cambiar las cosas, lo cual implica movilización y esfuerzo, o aceptar lo que te dan, pretendiendo hacer ver que es bueno. En ELA, llevamos mucho tiempo denunciando que las políticas sanitarias en práctica deterioran las condiciones de trabajo y la calidad de la asistencia. En este trabajo nos acompañan algunas otras siglas y muchos trabajadores y trabajadoras que todavía piensan que merece la pena hacer el esfuerzo por mejorar las cosas, que esto es bueno para quienes trabajamos en el sistema y para los y las ciudadanas que necesitan de él. La primera es, por tanto, nuestra opción. Créanme cuando les digo que esta es la opción más dura, pero estamos comprometidos con ella.
En la segunda opción, la de aceptar aquello que decidan darte y gestionarlo, se encuentran los firmantes en minoría del acuerdo de negociación colectiva 2005. Precisamente ése fue un ejemplo de esta opción. Este año, cada uno de ellos deberá decidir si se van a prestar como colaboradores necesarios de la mencionada política de parcheo de Osakidetza-Gobierno. Los y las trabajadoras no se lo perdonarían, ni a ellos, ni a un Gobierno, que a la vista de los hechos, gobierna de espaldas a la gente, a los y las trabajadoras y a la ciudadanía. Mientras tanto, los que estamos con la gente que necesita y reivindica un buen sistema sanitario público, y con los y las trabajadoras, vamos a seguir trabajando, porque somos parte muy mayoritaria de nuestra sociedad y necesitamos ponerles freno, a unos y a otro. -
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