Raimundo Fitero
Los cien
Eva Hache celebró el lunes su emisión número 100, y lo hizo intercalando el pasado con el presente, el vídeo con el directo. Y de repente nos dimos cuenta que habíamos estado cien veces mecidos por el humor, el sarcasmo, la ironía de un equipo que ha vuelto a reanimar el fragmento de los “late night”, y lo había hecho con una excepción infraestructural, poniendo al frente a una mujer cómica, comunicadora, que subraya, adoctrina, conduce, entrevista y anima todo el programa. Cien veces son ya una cifra considerable.No estamos ante un proyecto, sino ante una realidad, que a mi entender se va consolidando y es la opción más clara para un buen número de consumidores noctámbulos que antes de dejarse ir en brazos de Morfeo (o de quien corresponda, se pueda o se ame) se deja mecer sus neuronas con síntomas de inteligencia, desde la crónica política más diseccionada y comentada de Ricardo Castella, al surrealismo del corresponsal de internacional Richard Collins Moore. Del yoismo infantiloide de Fernando Gil, al desprendimiento de Quequé, quizás el más cáustico, el más penetrante, con otra presencia inquietante y de un humor de difícil aprehensión, Marta Nebot. Ellos son a los que vemos cada noche, pero por detrás existe un equipo de guionistas, de dirección, que son los que van diseñando la propuesta, los que la dotan de contenidos, que aparecen en pantalla perfectamente defendidos y asimilados por los mencionados. Quizás, la diferencia de esta propuesta resida en que Eva Hache ha crecido mucho, pero mucho, en estas primeras cien entregas; pero es que además está muy repartido el juego, los colaboradores le dan mucha variedad. No se basa todo en un único personaje, Buenafuente, por ejemplo, ni en ese gallinero que plantean las opciones de las otras generalistas. Confiemos en que sean capaces de mantener el tono durante muchos centenares más de noches. Empezó balbuciente, con muchos nervios, muchas caras y ahora se ha asentado de tal forma que con un simple silencio logra llamar la atención. Con una mirada fija nos da la pista y después remata perfectamente las propuestas y las despedidas. Nos lo pasamos bien. Y eso se nota. -
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