PARIS
Los votos unidos de toda la oposición parlamentaria francesa, compuesta por el Partido Socialista (PS), el Partido Comunista y una parte de la centrista Unión por la Democracia Francesa (UDF), no bastaron para aprobar la moción de censura presentada contra el Gobierno por el PS.La iniciativa sirvió a la oposición para protestar por el escándalo provocado por el “caso Clearstream”, que relaciona presuntamente al primer ministro, Dominique de Villepin, y al presidente, Jacques Chirac, con una trama de espionaje contra el «número dos» del Ejecutivo y ministro del Interior, Nicolas Sarkozy.
Sólo 190 diputados votaron a favor de la moción de censura, muy lejos de los 289 que necesitaba para salir adelante.
El líder socialista, François Hollande, recordó que Villepin lleva en el cargo menos de un año y que durante este período ha vivido varias «pruebas»: los motines urbanos y el Contrato de Primer Empleo (CPE). «Estos fracasos deberían de justificar ya su salida (del Gobierno)», afirmó. Hollande consideró que el “caso Clearstream” es «uno de los más graves» que ha vivido la V República francesa porque los servicios secretos han sido utilizados «para saciar rivalidades personales».
En respuesta, el primer ministro reprochó al PS la presentación de una moción «en nombre de la calumnia, el rumor y la mentira» y señaló que él podría evocar los asuntos de los anteriores gobiernos socialistas, pero que rechazaba este tipo de «polémicas».
La unión de todas las fuerzas políticas parlamentarias contra el Gobierno aísla aún más a un Dominique de Villepin en entredicho y cuya popularidad ha caído 24 puntos desde enero.
Aunque todos los diputados UMP han apoyado a su primer ministro, las críticas contra su actuación al frente del Ejecutivo son cada vez más intensas incluso entre sus propias filas. Algunos diputados de la UMP decidieron ausentarse durante el discurso de Villepin para mostrar su disconformidad con la gestión del dirigente.
La moción de censura tiene un gran significado político, pues supone la ruptura definitiva entre la formación centrista de la UDF y la conservadora UMP, aliadas al inicio de la legislatura. El líder centrista François Bayrou se ha convertido en uno de los mayores azotes del Gobierno, aunque sólo ha conseguido arrastrar a la mitad de su grupo parlamentario (31 diputados) en su estrategia rupturista.