CANNES

El estadounidense, que encarna al héroe del asunto, dio perfecta medida de qué diferencia hay entre un actor y una estrella. Su nombre fue el más solicitado en las preguntas de los informadores que abarrotaban la sala. La mayoría de las cuestiones giraron, inevitablemente, en torno a la polémica suscitada. Al respecto, Hanks subrayó que no ha sentido «ninguna presión por parte de grupos religiosos» y añadió que le parece bien que se «abran discusiones para clarificar» cuestiones del tipo que sea, aunque recalcó varias veces que la película «no es un documental».

Ron Howard señaló que, «dado el carácter controvertido de la historia, no hay duda de que va a molestar» a personas poco dadas a la heterodoxia religiosa, a las que dio un consejo: «No vayas a verla si te va a disgustar». «Elijo las películas porque sus temas me fascinen, no por la comercialidad», aseguró horas antes del desfile de estrellas sobre la alfombra roja del Festival de Cannes, a cuyo cierre, el próximo día 28, es seguro que “El Código Da Vinci”, ya estará entre las más taquilleras del planeta.

Horas antes del estreno del filme, se repetían las reacciones que se han venido sucediendo en las últimas semanas. El Opus Dei volvió a criticar con dureza la película afirmando que «las escenas de la novela son falsas, injustas y ofensivas para los cristianos». También se quejó de que, al final, la película, cuyo estreno está previsto para mañana ­en la India lo han retrasado por las protestas de grupos católicos y musulmanes­, no estará precedida por un cartel que aclare que «cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia».

Por contra, John L. Allen considera que la orden se beneficia de la obra de Brown. Allen es corresponsal del “National Catholic Reporter” en el Vaticano y autor del libro “Opus Dei. Una visión objetiva de la realidad y los mitos de la fuerza más polémica de la Iglesia Católica”. «El libro ha sido la mejor publicidad para el Opus Dei, ha ayudado a hacerlo mundialmente conocido», afirmó ayer. El periodista dijo que «podría pasar el día entero cogiendo cada aspecto del libro y desmontando sus falsedades», algo que ha hecho Amy Welborn en su libro “Decodificando a María Magdalena”. Según la autora, el argumento de Brown es «una versión simplificada de algunas de las más rebuscadas teorías esotéricas» sobre María Magdalena. «La idea de matrimonio con Jesús, del hijo común y su papel como esposa ha sido tomada por Brown de la escritora Margaret Starbird», dice. Siguiendo esta línea, explica que la obra de Starbird «entreteje los escritos gnósticos con las leyendas medievales, con las lecturas de los obsesionados por los códigos en el arte y en los más diversos artefactos, y con las teorías más recientes sobre conspiraciones templarias relacionadas con María Magdalena escritos en libros que aparecen colocados en las secciones de no ficción».

McKellen: «Yo creo que Jesus estuvo casado»
Sir Ian McKellen, quien junto a otro sir, Elton John, abandera el orgullo homosexual en las artes británicas, se mostró más cáustico que Howard. «Yo sí creo que Jesús estuvo casado», proclamó, para agregar que «la Iglesia, que tiene muchos problemas con los gays», también debiera defender esa posibilidad, pues «¿qué mejor prueba de que Cristo no era gay?», dijo ante las carcajadas de los periodistas. -

Biarritz pudo ser la sede del certamen de cine

CANNES

A finales de la década de 1930 se gestó el que acabaría siendo el Festival de Cannes, el certamen cinematográfico más famoso del mundo, aunque lo que es menos conocido es que estuvo a punto de asentarse en Biarritz. Su origen deriva del decano de los festivales internacionales de cine, la Mostra de Venecia, que desde su fundación en el año 1932 fue adquiriendo un cariz progresivamente filofascista, acorde con la situación política de la época.

Finalmente, en 1938, un grupo de cineastas franceses, secundados por colegas británicos y estadounidenses, creyeron llegado el momento de dar la espalda al certamen italiano y crear en Estado francés otro ajeno a cualquier tipo de politización.

Louis Lumiére

La idea, que contaba entre sus adalides nada menos que con uno de los inventores del cine, Louis Lumiére, tuvo gran acogida y rápidamente dos ciudades se disputaron la sede del certamen: Biarritz y Cannes.

Ya sabemos cuál fue la que se llevó el gato al agua, por «su soleado clima y su entorno encantador», según el dictamen oficial, aunque parece ser que también pesó lo suyo la promesa de las autoridades locales de edificar un palacio para dar el debido rango al certamen. El festival, cuya primera edición prevista iba a presidir Lumiére en 1939, no pudo empezar peor, pues fue cancelado a causa del estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Un año después de acabado el conflicto, el certamen pudo por fin celebrarse.