- Alaves
De la decepción y la indignación a la mayor de las incertidumbres
La decepción y la indignación creadas por el cuarto descenso a Segunda de la historia han dado paso a una gran incertidumbre en torno al futuro de un club que está en un momento de indefinición total. Nada se sabe sobre el modelo o la plantilla del año que viene o sobre quién pondrá el carné. Por si todo esto fuera poco, aunque Piterman lo niegue, la falta de liquidez puede acarrear denuncias por impago.
Consumado el descenso a Segunda División, el Deportivo Alavés se encuentra sumido en un proceso de indefinición total, en el que ni los propios profesionales saben cuál va a ser su futuro o los planes que Piterman tiene para ellos. Concluida la batalla colectiva por intentar conseguir una permanencia que se intuía como la única tabla de salvación de un proyecto catastrófico, la nave albiazul no sólo se encuentra de vuelta en Segunda, sino que además las heridas de una temporada especialmente convulsa están comenzando a salir y el futuro de la institución se ve más negro que nunca.
Por un lado, comienzan a verse ciertos movimientos y declaraciones de unos futbolistas que apostaron por tratar de aislarse de todo lo extradeportivo en pos de un objetivo pero que, una vez que no se ha conseguido, comienzan a mostrar públicamente sufalta de fe en el proyecto de Dmitry Piterman. Poco a poco, pero hasta los hombres más ligados al presidente han comenzado a mostrar un cierto distanciamiento hacia el proceder del mandamás albiazul y los acontecimientos pueden comenzar a precipitarse una vez que Piterman dé a conocer a los jugadores los planes que tiene para los 28 futbolistas con contrato para el año que viene, ya que sólo Pellegrino, Blago, Pacheco, Ibon Begoña y Coromina terminan contrato en junio, aunque quizá alguno de los dos últimos pueda interesar para el equipo de Segunda División. El mejor ejemplo de la falta de previsión y el vacío de poder que existe hoy en día es que varios jugadores de la primera plantilla decidieron entrenarse por su cuenta el lunes en el gimnasio de Ibaia a pesar de que el club les haya concedido vacaciones hasta mediados de julio. Y es que, los futbolistas asumen que la falta de preparación física ha sido uno de los grandes lastres de esta temporada y han decidido cuidarse por su cuenta por el bien de su carrera deportiva, ya sea en el propio Alavés o en cualquier otro equipo. Y es que, mientras Piterman sigue emocionándose al comprar un equipo de una liga menor de estudiantes y jugadores locales de California, empleando para ello un dinero que no tiene y que estaría mucho mejor empleado en un fútbol base desestructurizado que ve cómo su segundo equipo tiene muy complicado seguir en Segunda B, los jugadores aguardan impacientes a conocer el futuro que les pueda plantear el ucraniano-estadounidense.
Varias salidas
De todos modos, parece que los criterios deportivos se van a quedar en un segundo plano a la hora de confeccionar el plantel con el que intentar volver a Primera, ya que el club está obligado a vender a varios jugadores para poder hacer frente a los pagos. Porque por mucho que Piterman lo niegue, los jugadores repiten en privado una y otra vez que tienen pendientes varias cantidades y además no parecen muy por la labor de aceptar pagarés o ampliaciones de contratos como hicieron la temporada pasada confiando en que el aumento de ingresos por jugar en Primera pudiera servir de colchón. De vuelta a Segunda y con el poso que esta temporada ha dejado, las renovaciones sin argumento deportivo han dejado de valer y ya se comienzan a escuchar las primeras amenazas de denuncias ante la AFE que podrían terminar, en el peor de los escenarios, en un descenso administrativo a 2ªB. Esta tesitura coloca al club en muy mal lugar para cualquier negociación, ya que los posibles compradores conocen esa urgencia por vender y los propios jugadores tienen asimismo otro as en la manga para forzar su salida del club albiazul y no son pocos los que se han cargado de motivos para buscar fortuna en otros lares. Otra de las incógnitas a desvelar es el tipo de proyecto y el nombre del técnico que pondrá el carné para que Piterman siga «jugando a los entrenadores». Tampoco es que el nombre del inquilino del banquillo vaya a tener demasiada transcendencia, ya que el ucraniano-estadounidense ha mostrado reacio a conceder la libertada de confeccionar la plantilla a ningún profesional. Tal es el grado de indefinición dentro del club, que ni
el papel que vaya a desempeñar el propio Piterman parece claro. Porque después
de haber acaparado todos los poderes en la temporada que acaba de terminar, el
mandamás señaló que su proyecto y su idea siguen siendo los mimos, pero al mismo
tiempo mostró su intención de apartarse algo del banquillo para centrarse más en
el despacho. Si por los menos esto último fuera cierto...-
28 jugadores con contrato
La política de ofrecer renovaciones incluso a a los jugadores con los que luego no se ha contado sirvió a Piterman para salvar el cuello a la hora de hacer frente a los pagos del año pasado, pero le pueden colocar en una situación muy complicada de cara a la próxima, ya que ahora mismo se encuentra con una plantilla descendida con 28 jugadores con contrato en vigor, por lo menos, hasta 2007. La venta de Nené, con contrato hasta 2012, puede ser una solución a los problemas de liquidez, quizá Sarriegi (2008) o Costanzo (2009) también podrían interesar a algún club, pero por contra el Alavés está obligado a hacerse cargo de las fichas de jugadores como Carreras, Téllez o Poli con los que no se cuenta para nada, por lo menos un año. Aloisi, Nacho, De Lucas, Carpintero y Bonano son los otros jugadores que terminan contrato en 2007. Mena, el fichaje de invierno Elton, Sarriegi y Edu Alonso tienen dos años más de contrato. En el grupo de jugadores con vinculación hasta 2009 hay casos como los de Antchouet y Wesley, cedidos a Portugal tras no contar con ellos este año, junto con Juanito, Jandro, Gaspar, Costanzo, Bernardo, Thiaw y Ardouin. En 2010 terminan los contratos de Arthuro, Rubén Navarro, Astudillo y Lacen y un año más tarde el de Rodolfo Bodipo.
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