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Gara > Idatzia > Iritzia > zirikazan 2006-05-29
Josebe Egia
La salud también tiene marca de género

Ayer, 28 de mayo, se conmemoró el «Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres». Salvo alguna excepción, no hemos encontrado eco de ésta efeméride en los medios de co- municación. Es posible que no se haya considerado de interés porque, quien más quien menos, pensará que esta reivindicación no tiene sentido. Habrá incluso quien diga, pero ¿qué demontre quieren las mujeres si hasta su expectativa de vida es mayor que la de los hombres?

Lo contaré con palabras de Lucía Artazcoz, especialista en el tema: «Discutir sobre la salud de las mujeres o sobre las diferencias de género en salud nos lleva a analizar la paradoja de que mientras la esperanza de vida de las mujeres es más larga que la de los hombres, su estado de salud es peor. Las mujeres padecen a lo largo de toda su vida más trastornos de salud ­musculoesqueléticos migrañas, o problemas menores de salud mental­ que no las matan pero que no las dejan vivir y que se relacionan con los roles sociales adjudicados a cada sexo, más desfavorables para ellas».

Pero, es que hay más. Hace pocos meses un grupo de especialistas en salud denunciaban una menor atención médica a las enfermedades de las mujeres, lo que se confirma con estudios que señalan que éstas se investigan en relación con los hombres y que las dosis de los medicamentos están pensadas para ellos. Muchos salen a la venta sin haberse probado en mujeres, lo que a veces tiene consecuencias fatales. Es famoso el caso de un fármaco contra las alergias que provocó en EEUU numerosas muertes de mujeres, ya que el equipo de investigación había evaluado los efectos nocivos en los hombres a los que la testosterona protegía de los efectos secundarios.

Y es que eso de que hombres y mujeres somos iguales no es cierto. Otro cantar es que debamos de tener los mismos derechos, las mismas obligaciones e igualdad de oportunidades. Pero ni nuestra biología ni nuestra psique son iguales, y mucho menos las «obligaciones» que tenemos asignadas ­ y lo que es peor, interiorizadas­ unas y otros, razón por la que tampoco enfermamos igual.

Vamos a ahorrar cifras ­que las hay y muy significativas­ porque estaremos de acuerdo en que el cuidado de las personas dependientes en la familia recae de modo, casi exclusivo, sobre las mujeres. Carga que, sin duda, repercute en nuestra autonomía personal, posibilidades profesionales y la propia salud. Las estadísticas dicen que somos las que más acudimos a las consultas clínicas, lo que no suelen contar es para qué y, sobre todo, para quién. Nos sorprendería saber que en la mayoría de los casos vamos por alguien de la familia, y es que las mujeres, cuidar cuidamos mucho, pero cuidarnos, lo que se dice cuidarnos, bien poco.

Así pasa lo que pasa. En esa conciencia colectiva de que hay que cuidar al resto, la propia ciencia ­o más bien las y los científicos- se han «descuidado» y problemas propios de las mujeres, o que nos afectan de modo prevalente, es como si no existieran. Y lo que es más grave, según ese grupo de especialistas, la atención y rapidez con que se nos atiende también tienen marca de género. Ponen por ejemplo que ante un infarto de miocardio, por promedio, a los hombres se les atiende 20 minutos antes que a las mujeres. Deben seguir pensando eso de que las mujeres tienen «nervios» y ellos estrés. No se han enterado de que lo que tenemos es doble o triple jornada, y que fumamos y bebemos por el estilo.

La asistencia sanitaria también está enfocada desde esa óptica. No hay más que ver lo que está pasando con la utilización de hospitales de día para casi todo. Una operación y para casa. ¿Dónde mejor que en el hogar, dulce hogar? dirán en el Departamento de Sanidad, a la vez que ahorran costos. Pero ¿a costa de quién? de las madres, hijas, nueras, cuñadas o hermanas, a las que les toca apechugar con el tema.

De todos modos, al margen de las exigencias que hay que plantear a la Sanidad Pública, no estaría de más que las mujeres hagamos una reflexión personal. Analicemos cómo nos cuidamos. Si lo hacemos, si dedicamos alguna hora del día a nosotras mismas: gimnasia, leer, charlar, meditar... que todo es sano. Si no lo hacemos, revisemos con quién o cómo tenemos que repartir nuestras obligaciones para «sacar» ese tiempo para cuidarnos y que, al menos, podamos controlar parte de los factores psicosociales que nos enferman.

Este puede ser el corolario de este 28 de mayo de acción por la salud de las mujeres. A las y los responsables de la Sanidad ¡cuídenme! y nosotrasŠ ¡a cuidarnos! -

jegia@gara.net


 
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