Raimundo Fitero
Esperar
La Laura a la que aman tantos va acaparando premios de publicidad en Donostia y va desparramando, como quien no quiere la cosa, unos mensajes ultra conservadores. La amo, pero lo bueno es “saber esperar”. Es decir hay que llegar virgen al matrimonio. El premio que se merece este vídeo clip, anuncio publicitario, es por la lección que nos da de coherencia entre forma y fondo, algo que deberíamos entender en primera instancia es lo que sucede en cualquier comunicación audiovisual, sea para vendernos algo, para que compremos algo, o para que les alquilemos el tiempo o el alma.
Por cierto, hay bancos de tiempo. Lo acabo de ver en una de esas sesiones dominicales matutinas en las que me dejo engañar simultáneamente por todas las religiones monoteístas que tienen la verdad absoluta, y por lo tanto, la televisión pública de un estado laico les concede gratuitamente minutos para que nos vendan su salvación, que es la única y definitiva, como todo el mundo sabe. Pero más allá de las connotaciones religiosas no cabe duda de que la idea es buena, tanto que hasta una compañía vasca de teatro acaba de estrenar una obra basada en un best-seller que trata precisamente de un vendedor de tiempo. O sea, si hay bancos, hay vendedores, y hasta habrá créditos de tiempo. “¿Me presta cinco horas para leerme el prospecto del seguro?”. Bueno, para seguir con las campañas, el Koala asegura que “Dios le apuntaba las horas extras”. Ahora ese tiempo hecho en los andamios y no computado en la declaración de la renta se lo paga con los derechos de autor de su canción absoluta.
Volviendo al tiempo, a la espera, decía que es buena idea volver al trueque, pero con la moneda tiempo. Tú me das una hora de masajes, yo te hago la compra, o te riego los tiestos. A mí me gustaría que me devolvieran el tiempo que he pasado delante del televisor, mando a distancia en ristre y solamente me ha germinado media depresión y ni una sola idea. Aunque sea de otro. Y digo yo, ¿poner un partido amistoso en la primera estatal no es perder el tiempo, el dinero y la fe? Nada, que seguimos amando a Laura y a Luis. Y sabemos esperar. Que nadie lo ponga en duda. Y sin desesperar. -
|